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Urgente Muere el mecenas Castellano Comenge

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Un 28 de marzo de 1941 se sumergió en el río Ouse con un pesado abrigo de pieles y los bolsillos cargados de piedras para evitar flotar. Virginia Woolf murió ahogada. No la imiten, léanla. El 4 de octubre de 1974, Anne Sexton se puso el chaquetón de su madre, se bebió dos vodkas y con un tercero en la mano se encerró en el garaje de casa, encendió el motor del coche y se quitó la vida. No la emulen, léanla. Más allá de suicidas, ambas son extraordinarias escritoras cuyos títulos no dejan indemnes a los lectores y cuyas obras dudosamente encontrarían hoy editor. El gusto literario es voluble y el canon cultural no es dogma de fe. Históricamente las autoras han quedado al margen de los manuales de literatura, una situación que cuesta modificar. Mañana se celebra el Día de las Escritoras, una jornada que pretende reivindicar el talento y el trabajo de las creadoras. La conmemoración es necesaria, pero insuficiente en sí misma. Sólo vale leerlas.

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