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ASÍ NO VAMOS BIEN

Marcador dardo ·

MIQUEL NADAL

Lunes, 14 de octubre 2019, 10:38

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La mayoría de mis columnas podrían comenzar con la frase «Llegado a una cierta edad», porque con ello uno expresa la convicción de que la biografía, la experiencia, e incluso ciertos méritos atesorados, permiten al autor la libertad de despojarse de ataduras, y expresarse sin las cautelas legítimas de quien tiene que construirse un nombre y una profesión. Escribí sobre la historia deportiva de la ciudad, y sobre mi afecto sentimental por el Valencia CF, cuando hacerlo con rigor, buscando desentrañar aspectos importantes de su historia te hacía extraño a los ojos del gremio de la literatura. He contribuido, modestamente, a consolidar una nueva generación de historiadores, periodistas y escritores, que han recuperado la memoria de la institución, y han permitido que la literatura del Valencia no sea un oxímoron, como decía Pío Baroja del diario El Pensamiento Navarro. Tantos años sentado en la grada, sin haber contribuido a la decadencia del club, y de ellos 41 con la vigencia de la Constitución Española de 1978, que consagra el derecho a la libertad de expresión, me autorizan a opinar de lo que considere oportuno. Sea la megafonía, los colores del chándal, la carencia de agua en los aseos de anfiteatro, la retórica de mercadillo de la animación en Mestalla, Marcelino y sus cambios, Celades, el doble pivote, la política de cesiones o la dignidad en el cargo de los directivos del club, de la Agrupación de Peñas o de Miguel Zorío. ¡Faltaría más! Con respeto y educación, pero llegado a una cierta edad, habiendo leído, y escrito, sobre el Centenario del club, y sobre sus dirigentes en toda esta etapa, uno puede escribir hasta que le digan basta, equivocarse o rectificar, sin sentirse por ello ni un escritor a sueldo, ni alguien cuyas palabras se convierten en munición de una guerra de trincheras. Por eso mismo, la sensación que uno vive en el Valencia es que se ha instalado un cierto estado de prevención ante las opiniones. Que uno opine en un sentido se convierte en etiqueta y bando, con consecuencias que pueden ser molestas. No se sabe si ello le acarreará que el club le bloquee en las redes sociales, o incluso no sé si llegará el momento en que en el momento de la renovación, sus opiniones de la última temporada hagan posible un juicio de algoritmo avalando o rechazando la renovación del pase. El mundo digital es tan estúpido que inventa el bloqueo de seguimiento de las cuentas, que es como la versión con algoritmos del no te ajunto de los niños, como si ante la realidad pudiéramos escondernos debajo de una sábana y decir que no estamos. Todo ese mundo de fotos que no sabemos si son ciertas o falsas nos arrastrará a todos a la mentira global. Mal va la cosa si uno tiene que preocuparse si como consecuencia de lo que escribe se deducen consecuencias desagradables, vengan del club o de las redes sociales.

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