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La Valencia de
Javier Goerlich

La Valencia de Javier Goerlich

ANDRÉS GOERLICH LLEDÓ PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN GOERLICH

Lunes, 24 de diciembre 2018, 07:44

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Hasta el próximo 2 de enero de 2019, permanecerá abierta en la Sala de Exposiciones del Ayuntamiento de Valencia (C/ Arzobispo Mayoral, 1) la muestra 'Javier Goerlich Lleó, Arquitectura y Urbanismo en Valencia 1914-1962', que comisionada por el arquitecto Tito Llopis y el historiador David Sánchez, nos da un repaso a la evolución del espacio y fisonomía urbana de la ciudad durante el pasado siglo XX, en la que partiendo de una trama casi medieval con algo más de doscientos mil habitantes, se transitó hacia la ciudad moderna de aproximadamente setecientos cincuenta mil habitantes.

En la exposición, a través de planos, dibujos, documentos, maquetas, fotografías, prensa de la época y un audiovisual, materiales todos ellos extraídos para la ocasión de diversos archivos como el Histórico Municipal, el Fondo Goerlich del Colegio de Arquitectos, junto a otros de familiares, de la propia Fundación y de diversos particulares, podemos comprender la evolución del pueblo grande a la urbe moderna, pilotada en gran medida por este arquitecto.

En palabras de los comisarios de la muestra, Valencia era, al final de la década de 1920, una ciudad dispersa e inacabada, necesitada de un nuevo planeamiento capaz de cambiar su caduco modelo de crecimiento por otro más acorde con las nuevas teorías urbanísticas y desde consideraciones territoriales de dimensión metropolitana. Javier Goerlich tomará en 1927 las riendas del planeamiento de la ciudad de Valencia, especialmente en el ámbito territorial adscrito a Policía Urbana, ya no las abandonará hasta su obligada jubilación en noviembre de 1956. En estos casi 30 años hará suyos antiguos proyectos de Reforma Interior y, tras actualizarlos o reformarlos, los llevará a cabo en un tiempo increíblemente corto; redactará nuevos proyectos para la Alameda, la playa de Levante y los Poblados Marítimos, y, finalmente, será responsable directo del desarrollo del Plan de Ordenación de Valencia y su Cintura en el centro histórico de Valencia, incluyendo la ampliación y nuevas alineaciones de la Bajada de San Francisco (Plaza del Ayuntamiento) y arranque de la Avenida del Oeste.

Javier Goerlich, desde su privilegiada posición como arquitecto mayor del Ayuntamiento de Valencia y también desde la dirección de su muy competente despacho profesional, promueve en estos años la edificación de nuevas tipologías arquitectónicas para potenciar e incrementar los servicios públicos, las infraestructuras y los equipamientos sociales. El cine, el deporte, la velocidad, la música, los mercados, la salud... son manifestaciones de la modernidad que se asocian a los nuevos tiempos. La ciudad se llena de teatros y salas para el cinematógrafo; de frontones, gimnasios y piscinas; de coches, estaciones de servicio y gasolineras; de restaurantes, bares y cabarets... se impulsa la construcción de escuelas, facultades y centros universitarios. La vida cotidiana da un giro radical y surge el interés por incrementar las relaciones sociales en una urbe central volcada desde siempre hacia los servicios, pero ahora también abierta al consumo, al ocio y a la cultura de masas.

Cuando en noviembre de 1956 Javier Goerlich abandona definitivamente su puesto de arquitecto mayor del Ayuntamiento, el recinto histórico de Valencia estaba irreconocible. La ejecución de sus proyectos urbanísticos, mejor de Reforma Interior, había configurado un nuevo y cosmopolita centro cívico (plaza de Emilio Castelar, actual plaza del Ayuntamiento), bien conectado con dos de los grandes generadores de actividad económica y social de la ciudad: la Estación del Norte y el Mercado Central. Nuevas vías de tráfico, que sustituyen o amplían las existentes, cruzan el viejo entramado urbano definiendo grandes manzanas con chaflanes curvos para favorecer el tráfico rodado, listas para albergar arquitecturas densas y de gran altura. Construcciones que, según el propio Goerlich, «expresarán el espíritu de su época», prefiguradas en esmeradas y realistas perspectivas en las que dominan mayoritariamente lenguajes neobarrocos o regionalistas, pero donde también tienen cabida estéticas modernas, expresionistas o racionalistas. Al Arquitecto Javier Goerlich Lleó se debe, en gran medida, la fisonomía moderna de la ciudad de Valencia, a la que dedicó una intensa actividad profesional entre 1914 y los primeros años de la década de 1960. Su valiosa y abundante obra, urbanística y arquitectónica, se extiende tanto al ámbito público como al privado.

Nacido en Valencia en noviembre de 1886, de padre austriaco procedente de Bohemia (fue el Cónsul del Imperio Austrohúngaro en Valencia), su madre, Asunción Lleó, procedía de una acomodada familia valenciana dedicada a la fabricación y comercio de la seda. Goerlich estudió arquitectura en la Madrid de Palacios, Zuazo y Muguruza, obteniendo su titulación a finales de 1913 en la Barcelona de Puig i Cadafalch y Domenech i Montaner. Como escribió hace algunos años Juan Lagardera en este diario: Goerlich fue un hombre de un talento compositivo excepcional, era capaz de asimilar cualquier estilo arquitectónico, y su obra, como la de muchos otros de sus coetáneos, oscila entre el clasicismo más actualizado y la contemporaneidad más asimilable. No fue un radical -sin sentido peyorativo- como Le Corbusier o Mies, sino que como Mendelsohn y tantos más - el último Gropius, por ejemplo- postularon una vía más híbrida entre la modernidad y la tradición.

Su vinculación con Valencia, en la que proyectó las más modernas avenidas y edificios de todo uso y lenguaje, siempre de interés, se intensificó por su compromiso cívico y mecenazgo patricio, llegando a desempeñar un papel fundamental en la vida artística y social de esta ciudad. Hoy día la presencia física de su obra profesional y ciudadana es aún muy numerosa e importante, a pesar de significativas pérdidas que han ido mermando el paisaje arquitectónico y emocional de los valencianos.

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