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El tentetieso

Arsénico por diversión ·

La negociación, en el universo soberanista, solo afecta al cuándo, no al qué ni al cómo

María José Pou

Valencia

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Miércoles, 16 de octubre 2019, 09:35

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No termino de ver la oferta de diálogo en ese «lo volveremos a hacer» en el que insiste Torra. O se trata de una convicción que niega la corrección del comportamiento -lo volveremos a hacer porque es nuestra naturaleza- o introduce una advertencia, cuando no una amenaza -si no cambian las cosas, lo volveremos a hacer. En cualquier caso no hay intención de modificar el rumbo, como no la habido nunca, y eso imposibilita el diálogo y hasta el encuentro. La negociación, en el universo soberanista, solo afecta al cuándo, no al qué ni al cómo. Y ahí reside el problema. El factor temporal es irrelevante cuando lo que está en juego es el intento de trasladar la soberanía popular a una parte de su titular sin consultar con el conjunto. La Justicia ha penalizado el objetivo y, sobre todo, el modo de intentar lograrlo. Volver a hacerlo es reincidir.

El problema es, precisamente, ese futuro. Tras conocer la sentencia del 'procés', estamos todos impactados por su contenido, reacciones o consecuencias que está generando en la vida cotidiana, en la imagen de España o en las posibilidades de calma, pero convendría situarse en el post-procés. Es cierto que para los soberanistas el 'procés' es uno e indivisible, pero la realidad ha demostrado que está en vía muerta y que recuperarlo solo profundiza en ese callejón sin salida. Así pues, lo que urge es mirar más allá de los disturbios en El Prat. De momento, Sánchez tiene que calcular qué pasará con su investidura en pocas semanas. Cuesta pensar que no lo ha hecho ya y que sus actuaciones no responden a ello. Ahora es el patriota convencido del cumplimiento íntegro de las penas y bla bla bla. Ahora bien, ese no es más que el Sánchez candidato. Luego llegará Calvo y justificará su cambio de postura alegando que se trata del Sánchez presidente.

En primer lugar, tiene el problema del PSC, que no ha mostrado una posición firme y contundente en todas las ocasiones. Le hace falta Iceta, Batet y sus compadres, como le hacen falta los votos en Cataluña. En segundo lugar, tiene el problema de la investidura para la que resulta difícil recomponer los puentes a su izquierda e incluso con un Rufián que parecía muy dispuesto hasta que se conoció la sentencia. Papelón también para ERC en el Congreso. Por último, le queda, si resulta investido, la actuación del Gobierno en Cataluña para solucionar un problema demasiado enquistado. Al final, son tres momentos, tres Sánchez distintos y tres deberes que se excluyen mutuamente. Conociendo al personaje cuesta pensar en una línea coherente en todos ellos. El secretario general del PSOE tiene que convivir con el PSC; el candidato, ganar las elecciones, y el presidente, sacar unos presupuestos en el Congreso con el apoyo de grupos ahora enemistados. Nos esperan, pues, tiempos de bamboleos como los de los tentetiesos que no paran de moverse de un extremo al otro con tal de quedarse como están.

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