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TENTAR A LA SUERTE

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Cap i casal ·

El Ayuntamiento la lía de nuevo al organizar un concierto junto a la Lonja, como si no fuera suficiente lo ocurrido en Fallas

Paco Moreno

Valencia

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Lunes, 8 de abril 2019, 08:44

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Los periodistas hemos tenido la suerte este mandato de disfrutar de un gobierno municipal, a veces parecen tres, al que le ha gustado agitar el árbol para poner sobre la mesa temas de debate, en ocasiones de manera algo alocada, todo hay que reconocerlo. En Cultura Festiva, por citar el último ejemplo, ocurrió cuando el concejal Pere Fuset cargó contra las fallas de Especial porque no habían elegido a ninguna mujer como jurado de sus premios.

Se le notaba a gusto con esa polémica, él no lo negaba entre otras razones porque la inició para hablar de cuotas en las Fallas. Fue unos días antes de que para vergüenza de toda Valencia se difundieran las imágenes de jóvenes orinando en las fachadas de los Santos Juanes y dejando los cubatas en el alféizar de las ventanas góticas de la Lonja. El fin de semana de las verbenas falleras que consiguieron hacer un macrobotellón alrededor de los edificios más singulares de toda la ciudad. Un hito.

Todavía con ese escándalo por aclarar, sin policía local a la vista aquella noche (¿Dónde está Anaïs Menguzzato?) y con la contrata de la limpieza llegando lamentablemente tarde cuando el Mercado Central ya estaba abierto, al gobierno municipal no se le ocurre otra cosa que organizar el pasado sábado otro concierto en el mismo lugar. Debe ser que a Isabel Lozano le gusta lo de agitar el árbol (dar explicaciones no, aún estamos esperando las razones de la concejala de Igualdad para que eligiera ese lugar para incluir su punto de vista en la noticia) porque no se me ocurre otra razón de que el concierto para celebrar el Día Internacional del Pueblo Gitano fuera a un centenar de metros de la Lonja y a menos de los Santos Juanes, por muy reivindicativo y controlado que fuera. El riesgo estaba ahí.

Ante la falta de explicación oficial recurro a las redes sociales y las agendas de actos. En la explanada de la plaza del Ayuntamiento se celebraba la I Feria de la Psicología y no podía ser, por buscar la alternativa cercana. ¿Y en el resto de la ciudad? Seguro que algún pabellón cubierto o una plaza igual o más digna que la del Mercado para el evento estaba libre.

Será que tiene razón el portavoz de Amics del Carme, Antonio Cassola, cuando dice que el gobierno municipal considera el centro histórico un lugar de espectáculos más que una serie de barrios donde viven familias. Ni le doy la razón ni se la quito, pero el caso es que el control de los apartamentos turísticos ha brillado por su ausencia este mandato, más allá de la aprobación de leyes y compromisos de regulación. En la parte práctica, las entidades vecinales sostienen que la parte del Mercat y el Carmen sigue siendo jauja para este tipo de negocios alegales.

El entorno de la Lonja amaneció ayer limpio y el concierto no fue a mayores, salvo algunas imágenes de botellón en los escalones de la puerta trasera de la Lonja. Poca cosa comparada con lo ocurrido en Fallas, aunque analizado en frío no cabe duda de que es noticia. ¿Se imaginan a un grupo de chavales sentados en las escaleras de la Sagrada Familia sacando las botellas de las bolsas del súper y repartiendo generosas cantidades de alcohol en vasos de plástico? Pues eso.

Nos hemos acostumbrado a lo anormal, como que el Ayuntamiento y la Conselleria de Obras Públicas (no se me olvida que es igual de responsable) acaben el mandato con sesenta viviendas e inmuebles de propiedad pública ocupados ilegalmente en el Cabanyal. Menos que hace cuatro años, ciertamente, pero ¿no era la hora de rescatar a las personas? Los vecinos del Marítimo están esperando muchas de esas promesas.

Ya no hablo del chabolismo que aumenta en la periferia, un tema donde claramente no hay interés del Consistorio en ofrecer una solución a esas familias sin recursos ni a los agricultores afectados. Tampoco de las propiedades privadas, donde seguro que saldrían más casos para la estadística.

Llega la hora de hacer cuentas y los primeros que las están haciendo son los vecinos de Ciutat Vella. En la casilla de las cosas aportadas por el Ayuntamiento estos cuatro años de momento han colocado pocos asuntos. El Plan de Ciutat Vella sigue en fase de tramitación, la reforma de la plaza de la Reina dejó hace tiempo de estar en la agenda de las urgencias del mandato y de intervenciones como la recuperación del entorno de la muralla musulmana o la construcción de viviendas de promoción pública tampoco hay noticias.

A menos de dos meses de las elecciones municipales (que en realidad serán el 28 de abril) ¿Es posible que el balance de cuatro años en el centro histórico sea un puñado de conciertos y mercados de hortalizas? Espero equivocarme.

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