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Las votaciones vecinales para repartir siete millones en obras muestran una sociedad que necesita más sentido común

Paco Moreno

Valencia

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Lunes, 6 de noviembre 2017, 09:45

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Es lo que tiene la democracia digital. Hasta un watsapp circulaba ayer por la tarde para que se votara al refugio de gatos con tal de que no resultara desbancado del primer lugar por la peatonalización de la plaza del Ayuntamiento. Por cierto, dos proyectos municipales que no verán la luz este mandato y me juego un café con quien diga lo contrario.

La votación que decidirá las iniciativas que pasarán el primer corte y repartirse después siete millones de euros llega este miércoles a su última jornada y promete ser las más emocionante y al mismo tiempo surrealista de las tres que ha realizado el gobierno tripartito de Valencia.

Primero porque es la que, a día de ayer, acumula menos propuestas. En 2015 resultaron seleccionadas 112, el año pasado 73 y ahora, a falta del sprint final, sólo han pasado los apoyos necesarios 46 iniciativas. Lo más probable es que se llegue al medio centenar, aunque después se caerán las que no sean viables.

No es de extrañar por esto el cabreo que tiene la Federación de Vecinos, sobre todo porque la segunda lectura de este balance es que de los que han pasado el corte ocho corresponden a propuestas del tripartito de las 15 que presentó en el inicio de la votación. O sea, que los siete millones están algo «predestinados».

Justo cuando iniciaba este párrafo la construcción de un centro de recuperación de gatos callejeros había llegado a los 900 votos, cuando resulta que sólo necesita 200 para la fase posterior. Pero hay algo infantil y surrealista en ver quién consigue acabar en lo más alto, pese a que para el refugio de animales no hay ni lugar designado y la peatonalización de la plaza del Ayuntamiento (891 apoyos y subiendo) quedará, a las pruebas de lo ocurrido entre Compromís y el PSPV me remito, atascada en la disputa de ambos partidos por pilotar un proyecto tan singular. Además, si esa propuesta consigue presupuesto habrá que ver para quién será, si la concejalía de Movilidad o la de Desarrollo Urbano. Que al final de eso se trata.

¿Cómo es que el centro para gatos ha tenido tantos apoyos? Pregunto a algunos animalistas y la sorprendente respuesta es que es la única garantía que tienen de que el Ayuntamiento haga algo. Después de dos años de mandato, con el refugio de perros y gatos en Benimàmet saturado como siempre, dudan ya que consigan algo para las mascotas el próximo ejercicio.

Esta semana precisamente se firmó un protocolo entre Torrent y Valencia para un refugio metropolitano. La palabra protocolo dice mucho de un tema en el que el alcalde del primer municipio, Jesús Ros, dijo dos veces «si se hace en Torrent...», es decir, que lo mismo habría servido que estampara su firma en la arena de la playa, justo antes de que llegara una ola y la borrase.

Esa falta de avances, esa tendencia a vender humo desde el tripartito, es lo que me indican ha empujado a los animalistas a utilizar redes sociales y todos los medios a su alcance para pedir el voto de algo, repito, no tiene ubicación, proyecto ni presupuesto definido. El humo nos ahoga.

Servidor en su modestia quiso hacer un pequeño experimento con estas votaciones. Pensé en una propuesta de ciudad que no provocara disputas ideológicas ni debates de tráfico. Lancé en la web municipal la iniciativa de mejorar la Lonja, donde siento vergüenza cada vez que voy por el folleto minúsculo que se ofrece en el mostrador y el modesto audiovisual que hay en una de las salas, mientras el resto permanece vacío pese a ser Patrimonio de la Humanidad y el monumento más visitado de Valencia. Resultado: nueve votos.

Con eso está dicho todo. Entiendo que hay cosas más urgentes (perdonen el chiste) como los 803 apoyos recibidos para construir ocho baños públicos en el viejo cauce, y que debe atenderse a los animales de la mejor manera, pero algo no funciona cuando una propuesta interesante para reordenar los aparcamientos en la calle ha logrado sólo un voto, lo mismo que el cierre de los contenedores de basura, para evitar esto último que los rebuscadores dejen de tirar las bolsas al suelo en su búsqueda de chatarra.

Son los tiempos de la participación digital, de las campañas a golpe de watsapp y de la falta de timonel en muchas decisiones municipales. Sólo hay que ver la deriva del conflicto abierto por el rechazo del tripartito a la ampliación de la V-21. Cada grupo en el gobierno cuenta una versión, aunque lo único oficial es lo aprobado en el pleno, es decir, nada de ganar un tercer carril en el segundo acceso con más tráfico de Valencia.

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