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EL TÁNDEM DE ACTUALIDAD

EL TÁNDEM DE ACTUALIDAD

Domingo, 20 de enero 2019, 13:39

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El tándem 'bicicletero' formado por el 'batlle' Joan Ribó y el 'consechal' de Inmovilidad Grezzi ('O sole mio, che bella cosa na jurnata 'e sole') prosigue con su paranoica decisión de destruir la ciudad (léase 'Psicopatología de la vida cotidiana', de Sigmund Freud). Han desfigurado Valencia y la rematarán si los votantes no los envían con sus carriles-bici y otros desmanes urbanísticos a freír espárragos.

Si tuviesen un asesor de imagen formado en la universidad norteamericana de Yale (Iván Redondo, el del Doctor Pedro Sánchez), en su propaganda electoral habría un gran fotografía de ambos, a todo color, pedaleando sobre una bici-tándem con dos sillines y cuatro pedales, dos para cada uno de estos esforzados de la ruta ideológica fanática de izquierdas.

El tándem fue una especialidad del ciclismo profesional muy popular en los años sesenta y setenta del siglo XX. Los culos y las piernas de Grezzi y Ribó no irían más coordinados que ahora -clave del pedaleo en el tándem- pero enternecerían a los aficionados al cine porque inconscientemente les vendrían a la memoria John Wayne y Maureen O'Hara en una de las maravillosas secuencias de 'El hombre tranquilo' (1952), del genio John Ford. La pareja, enamorada y feliz, pedalea en un tándem por Innisfree, el verde pueblo natal irlandés del protagonista.

Grezzi y Ribó parecen, presuntamente, fabricantes o distribuidores de bicicletas. Si no lo son, están engordando a las multinacionales que las fabrican y al gran comercio que las vende. En suma, al 'aborrecible' capitalismo. Una contradicción más de alguien, Ribó, que militó en el PCPV o Partit Comunista del Paìs Valencià.

Según este retrógrado y agropecuario tándem, sus decisiones son 'participativas', como un referéndum de Franco. Las consultas 'participativas' son un engaño, una estafa. Ni a mí ni a ningún vecino de la finca le han preguntado si está de acuerdo con el caótico cambio de direcciones de nuestro barrio. Cierto día nublado vi pegado a la entrada del patio un aviso del 'consechal' de Inmovilidad informando del cafarnaúm que nos esperaba, alegando que era para evitar 'el tráfico oportunista' (?).

Los medios de comunicación no adscritos a la ideología paranoica del tándem han demostrado, con cifras, que el número de 'participantes' es mínimo, cuando no ridículo. 65, 20, 67, 26, 194...votos. Y en distritos muy poblados. Las asociaciones vecinales controladas por las izquierdas -las hay- siempre pegan la 'cabotà'.

Ahora Grezzi pretende entrar a sangre, bici roñosa o temerario patinete eléctrico, en el Ensanche, el distrito noble de la ciudad. Una demarcación que nos hace olvidar que vivimos en Valencia. Cuando al tándem lo liquiden democráticamente los electores, habrá convertido nuestra ciudad en un monstruo. Una Valencia irreconocible, fea de verdad y embrollada.

En la Región Valenciana siempre ha habido mucha afición al ciclismo profesional. El pedaleo urbanita de moda es cómico cuando no un peligro para los peatones. Pero es la moda 'progre'. Por tanto no es de extrañar que la televisión de Compromís se niegue a retransmitir en directo las etapas de la Volta a la Comunitat Valenciana y dirija todo su interés a los nabos, las fiestas patronales y el costumbrismo de la peor especie, cuyo antecedente es 'l'Alqueria Blanca'.

Valencianos fueron o son Bernardo Ruiz, René Marigil, Salvador Botella, el 'xiquet de Benifayó' (ganador de dos etapas en el Giro de Italia), o Angelino Soler (nacido en Alcàsser, ganador de la Vuelta a España 1961 y de cuatro etapas más el premio de la montaña en el Giro). En la Volta 2019, no retransmitida por TeleCompromís, correrán Geraint Thomas, el ganador del Tour de Francia 2018, y Alejandro Valverde, triunfador del Mundial en Ruta, de varias clásicas (Flecha Valona o Lieja-Bastoña-Lieja) y con un palmarés más que notable. Pero TeleCompromís está encelada con la 'pilota' y el 'trinquet'. '¡Sancta simplicitas!'

Y como las desgracias nunca vienen solas, la vidriera del Mercado de Colón se cae por el fragor de las 'mascletaes'.

Menos pólvora y más cultura.

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