El Soro, cuarenta años después, sigue siendo santo y seña para la Valencia taurina. Anoche, con motivo del estreno en el Ateneo Mercantil, del documental ' ... El Soro, una revolución, el sorismo, una religión', en el que se repasa su trayectoria desde que comenzó a soñar con ser torero, se pudo comprobar, una vez mas, el gran magnetismo del que Vicente Ruiz sigue haciendo gala para comunicarse con los aficionados. Si antes lo hacía delante del toro, ahora lo consigue verbalizando sus vivencias y sentimientos. A los muchos episodios que aporta la cinta, se une la emotiva narración hecha en primera persona por el propio torero. Ya emociona cuando se refiere a sus primeros pasos, cuando se entrenaba en el campo de fútbol de Foios, delante de quienes fueron sus primeros admiradores, representados por El Cuenca, Rufo, Daniel Corell, El Paula... o el recordado Ramón Cabo. Destaca igualmente, por el sentido énfasis que le imprime al contarlo, el capítulo referido a sus primeras visitas a Los Labraos, la finca de quien fue su desinteresado consejero y su gran maestro, Pedro Martínez «Pedrés», sin olvidarse de quienes, junto a la figura albaceteña, avalaron su carrera como fueron los hermanos Camará y Emilio Miranda, a la sazón empresarios por aquellas calendas de la plaza de toros de Valencia.
De entre los momentos más emotivos de este interesante documento, está aquel en el que Vicente cuenta lo vivido el día que salió desde el entonces hotel Astoria -hoy Only You-, vestido de blanco y oro, para subirse a la calesa del tío Furió, que lo llevaría hasta el coso de la calle de Xàtiva, para que, ¡ahí es nada!, el maestro Paco Camino, le diera la alternativa en presencia del nuevo Pepe Luis Vázquez. El reconocimiento de todas las figuras del toreo con las que alternó, y de los grandes amigos que cosechó, ponen broche a un documento que la diputación de Valencia ha querido que recoja una de las biografías mas apasionadas de la tauromaquia valenciana.
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