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Sonarse con la bandera

JUAN CARLOS VILORIA

Lunes, 12 de noviembre 2018, 09:18

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Mientras el Gobierno se prepara para eliminar del Código Penal los delitos relativos a las injurias a la Corona, las ofensas religiosas, el ultraje al Gobierno, a las instituciones del Estado o a sus símbolos, como el himno, al humorista Dani Mateo le ha caído la del pulpo por sonarse los mocos con la bandera española. La paradoja es que el reproche al humorista no ha procedido del ámbito judicial, sino del social. Han sido precisamente empresas que tenían contratada publicidad comercializando su imagen desenfadada las que han cancelado su relación con la cadena que emitió el sketch de Mateo. Las amenazas personales o a su familia es otra cosa. Forma parte de la jungla de las redes donde se mezcla lo mejor, con los licántropos de internet.

Hasta hace relativamente poco tiempo la indiferencia social y política ante un gesto como el del humorista de 'El Intermedio' era mayúscula. Con excepción de personas vinculadas al estamento militar o los calificados peyorativamente como 'ultras'. Ahora parece que marcas de moda, maquillaje o salud han sufrido un ataque de sensibilidad en defensa de los símbolos constitucionales. ¿Se han hecho ultras? No es probable. Pero sus detectores de la temperatura emocional les han indicado que está tocando a su fin la indiferencia, incluso bajo el manto del humor, cuando se trata del respeto a los símbolos comunes. Han descubierto que ya no es gratis hacer mofa de determinados elementos simbólicos. Por eso se resisten a ver su imagen asociada a alguien que ha tenido que pedir perdón por una broma.

¡Un humorista pidiendo perdón! ¿Es que la sociedad está perdiendo el sentido del humor? ¿España se puede acabar convirtiendo en el monasterio de 'El nombre de la rosa' donde el monje guardián de la biblioteca prohibía la risa? Lo cierto es que una sociedad que no sabe reírse de sí misma no es muy sana. Sin embargo, hay que preguntarse si una sociedad que no defiende sus símbolos democráticos, constitucionales, culturales o religiosos no está también enferma de déficit de autoestima. Ahora está de moda quemar la Constitución en un plató de televisión o hacer una barbacoa con fotografías del Rey. Quizás con el propósito de ofender a los que valoran esas instituciones. Porque en el fondo este cambio en el clima social tan relativista o indiferente hasta hace poco tiempo con los símbolos responde la polarización atizada por la misma intensidad de otras reclamaciones identitarias locales en detrimento de los símbolos comunes.

El humor o la libertad de expresión deben ser valores intangibles en una comunidad libre. Pero los límites empiezan donde comienza la consideración a los demás. Curioso. Los mayores defensores de la barra libre a la expresión, parecen ahora satisfechos por el castigo a quien en un poema soez 'erosionaba' la dignidad de Irene Montero. Cabalgar las contradicciones se dice.

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