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El juicio del amaño del Levante-Zaragoza resulta apasionante por la singularidad del proceso. Futbolistas profesionales, un entrenador y directivos se sientan en el banquillo por amañar un partido de fútbol a cambio de un sobre con generoso contenido. Los acusados -nunca unos procesados se mostraron en tan buena forma- se enfrentan a penas de prisión y al decepcionante final de una carrera deportiva para buena parte de ellos. Ander Herrera, actual jugador del PSG, declaró hace un par de días. Su vida profesional apenas había arrancado en aquel encuentro bajo sospecha y tal y como subrayó era el «más joven» de la plantilla del Zaragoza. «Ni pinchaba ni cortaba», resumió visiblemente tenso. Los jugadores maños recibieron alrededor de 90.000 euros en sus cuentas bancarias que, por indicaciones del presidente, luego debían sacar y reintegrar al club. La operativa es tan inusual y extraña que haría desconfiar al más despistado. Ese es el dinero, cerca de un millón de euros, que se sospecha que finalmente recibieron los granotas. El fiscal quiso apretar al deportista y le preguntó acerca de si comentó con su padre, entonces empleado del club, esta incidencia. Respondió de manera negativa. No quedó contento el interrogador. Al ser repreguntado, dijo que él no hablaba de sus cosas y su padre, tampoco de las suyas. Es decir, que un chaval de 20 años, recibe 90.000 euros en su cuenta, le obligan a retirarles en efectivo y entregarlos en un sobre, y le parece algo irrelevante para comentárselo a su propio padre. Un persona que, por otra parte, conoce el mundo del fútbol. A una edad de 20 años, cuando recurres a tu familia ante el más mínimo contratiempo, Ander ya caminaba solo. ¡Qué sobremesas más extrañas en casa de los Herrera! ¡Qué complicadas son las relaciones familiares!

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