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SCOTT HAMILTON  & STALIN

SCOTT HAMILTON & STALIN

ANTONIO VERGARA

Domingo, 7 de enero 2018, 10:07

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Presencié la cabalgata republicana de las magas en enero de 1937. Y no me arrepiento.

A la sazón tenía 10 ú 11 años. Había nacido en Argamasilla de Alba, un lugar de La Mancha donde pudo haber venido al mundo Sancho Panza, más conocido como escudero del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, a pesar de la mala sombra que tenía.

Como su propio nombre indica, en Argamasilla de Alba abundaban los artesanos en argamasa. Tan cierto es que viajaban por toda España para trabajar la argamasa.

Además de profesionales invictos, no eran muy caros e inclusive regalaban ristras de embutidos a sus empleadores. ¡La solidaridad entre los hombres y las tierras de España!

Mi padre, Federico, fue convocado mediante una conferencia telefónica Godella-Argamasilla de Alba cuya demora fue de dos días.

Un día, el 6 de enero de 1937, sonó el timbre en el vacío paisaje de Castilla la Nueva (la anterior se había roto) y una voz, presa de la desesperación, gritó: «¿Es usted don Federico, el de Argamasilla de Alba, La Mancha?»

«Sí, para servirle a usted». «¿Qué desea de mis acreditados servicios, si me permite mi fingida inmodestia?».

De repente, se inmiscuyó entre ambos una conversación de alto voltaje, a pesar de que en 1937 la luz era una fantasía. Tal vez una casualidad de las ondas hertzianas.

A fecha de hoy no hemos podido averiguar su origen y protagonistas, aunque por el tono y el contenido eran interlocutores claramente 'comunistoides'. Guardamos la grabación. Cualquier referencia a la argamasa se metía en una caja de caudales.

Ahora que mandan Compromís y otros grupúsculos comunistas en el ayuntamiento de Valencia, aquel entrecruzamiento de las ondas hertzianas era clarividente. Se habla de 'unas magas' (¿?)

Quien habla, o a quien más se escucha, es a Sebastián M., de la Congregación Mariana, mi hermano. Habla con voz queda, sin rabia ni odio, a pesar de que la transcripción pudiera confundir.

Sebastián M. (dirigiéndose a sus interlocutores): «Me preguntáis dónde están los conventos y monasterios de hace un par de años. Os lo diré para que aborrezcáis a los revolucionarios que alguna vez llegaron a ser gobiernos en el siglo XIX y XX».

Y continúa, con pena: «Esos revolucionarios no podían ver a los monjes, que fueron los civilizadores de España durante la Edad Media. Y para satisfacer su odio, los echaron de los monasterios, los cuales, sobre todo los benedictinos, eran maravillas de arte; otros se arruinaron al ser desamparados de sus habitantes».

Y ahora, los catecúmenos del Frente Popular de 1936-1939 sacan del baúl de los recuerdos de Stalin la carnavalada bolchevique de 1937, 'la cabalgata republicana de las tres magas'. Tres eran tres las hijas de Elena, y ninguna era buena, ideológicamente.

Como ya vi aquella cabalgata, obligado, en 1937, este año, a la hora de la blasfemia, estaré escuchando un DVD excepcional: Scott Hamilton (saxo tenor), John Bunch (piano), Bucky Pizzarelli (guitarra) y Jay Leonhart (contrabajo).

Aunque a ustedes no les guste el jazz, les desconcierte o lo odien, seguro que poseen la suficiente sensibilidad para discernir entre la técnica instrumental, el 'feeling' (emoción), el sentido rítmico y la imaginación melódica de estos grandes músicos y la reseña de la revista 'Crónica' (1937) sobre aquella 'cabalgata roja': «Abrió marcha una sección de motoristas. A continuación, sesenta milicianos con bandas de música y cornetas. Una miliciana a caballo. Todas las banderas de las organizaciones políticas y sindicales. Una cabalgata roja con la efigie en relieve del genocida Stalin, realizada por el artista fallero Boix».

No somos nada desde 1937.

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