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Urgente Vuelven a envenenar el ficus de la plaza de España

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Conforme avanzaban las horas y la ingesta de alcohol aumentaba las expectativas para seducir al prójimo adquirían otro contorno. Menguaban las ilusiones depositadas al principio de la noche, se actualizaban según se imponía la cruda realidad. Con tal de no regresar solo al hogar algunos y algunas, a eso de las cinco de la madrugada, aceptaban el pulpo, la sepia o el congrio como animal de compañía. Más allá de esa hora cualquier bulto servía para retozar un rato. Las fronteras iniciales se quebraban y el fracaso se asumía con la alegría del que compra cualquier chollo dudoso en la zona de los saldos de los grandes almacenes.

La fiereza que les llevó a reclamar ministerios poderosos, chiringuitos de agentes secretos y la llave maestra de la televisión pública ha degenerado hacia el dulce tonillo mendicante. Las huestes de Fumanchú Iglesias caminan sobre la zozobra de los malos resultados y lejanos quedan los tiempos de glorias y chulerías. Necesitan con urgencia pillar cacho, disfrutar de la visibilidad de un buen sillón, gozar de la promoción de una poltrona para lamer las heridas y volver al combate municionados. Deme un ministerio, por favor, a ser posible de corte social que así repartiré generoso dineros públicos y ya me encargaré de disparar la propaganda en mi provecho. Deme un ministerio, por caridad, que de ese modo derramaré suculenta calderilla entre los necesitados y podré componer rostro de buenista profesional, de estadista de barra libre. Quisieron vestir de alta costura cuando irrumpieron con la fuerza de un torrente y se conformarán con los saldos que también conceden, oye, minutos de telenoticieros. Unas nuevas elecciones les morderían los desgastados tobillos hasta dejarlos tullidos, por eso, intuímos, tragarán las limosnas que les ofrecerá Sánchez para asegurar sus votos.

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