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EL SABOTAJE

MANUEL ALCÁNTARA

Viernes, 10 de noviembre 2017, 10:02

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Tenemos a nuestro dolor por estudiante, pero hay alumnos muy aventajados que aspiran a ser los primeros de la clase política. Las minorías, que siempre confían en ser mayoritarias, han bloqueado Cataluña ante lo que denominan «pasividad policial». La huelga ha tenido escaso seguimiento, pero muchos seguidores a distancia. En cada hombre y en cada mujer se oculta un disidente. Nuestro mayor enemigo somos nosotros y por eso no se puede cantar victoria sin desentonar. En un país como el nuestro, donde las distancias más largas son cercanísimas, un aproximado número de los que ahora estamos vivos ha decidido no comprar ningún producto catalán. Otra cuarta parte no sabe si seguir ese camino, pero sabe que no va a ninguna parte. La huelga catalana sólo ha tenido repercusión en dos cosas tan fundamentales como la educación y el transporte, pero la cuarta parte de los que hemos nacido en esta patria difícil la estamos poniendo imposible. El boicot, como todos los programas insolidarios, tiene cada día más seguidores y más banderas. Un fenómeno nuevo es que hasta los separatistas desean separarse porque no les gustan sus compañeros de viaje, ya que saben que no van a ninguna parte. ¿Se corrige esa situación no adquiriendo nada fabricado en Cataluña? Hasta los corchos del champán provienen de otros sitios, aunque el estampido sea suyo. La confusión es tan grande que nadie sabe si los suyos siguen siendo los nuestros.

La crisis catalana ha puesto en peligro de muerte a la débil recuperación española, pero nunca entenderemos una España sin Cataluña, ni mucho menos una Cataluña sin España. La manía independentista, que antes era una cuestión psiquiátrica, es ahora una cuestión de Estado. La Fiscalía General piensa reconsiderar la situación de Oriol Junqueras y de sus siete exconsejeros. En las prisiones no cabe nadie más, aunque no haya presos políticos. Que dicen que no hay.

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