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Al PP los grandes eventos se le fueron de las manos. Por colocar Valencia en el mapa se pagó y se paga un alto precio. Algunas causas, como la de los bólidos de la Fórmula 1, permanecen en un tránsito judicial pendiente de despejar. Eran otros tiempos. Los grandes eventos fue el camino recto para que la oposición exhibiera el despilfarro del PP y argumento principal para acelerar la caída popular en las elecciones de 2015. Entre un poco de aquí y algo de allá el objetivo se cumplió con la soberanía indiscutible que dan las urnas. Ayer, en el Palau de la Generalitat, los nuevos tiempos de la política probaron a qué sabe eso de situarse en el mapa, del aroma a gran evento, de la obligación de tener que poner encima de la mesa muchos miles de euros para que la ciudad, otra vez, esté en los grandes carteles de los circuitos deportivos mundiales. La prórroga del canon del Gran Premio de Motociclismo de Cheste fue una especie de simulacro. Algo heredado y obligado a mantener ante la tozudez de los números millonarios del retorno de la prueba. Además, sin gran premio no tiene sentido el circuito. Pero los cuartos de la Copa Davis de tenis en la plaza de toros de la ciudad es el primer gran evento con denominación de origen. Una primera vez, casi sin querer, como una pequeña traición, una mentirijilla piadosa a ese ideario de los grandes eventos 'no gràcies'. Hasta València en Comú, la marca blanca de Podemos en el Ayuntamiento de la ciudad y que tendrá que empezar a desmarcarse de sus socios si no quiere partir en las elecciones con varios puestos de desventaja, asume el pago de los 339.000 euros del canon. Los morados aseguran que eso del tenis no es un acto que ellos organizarían, que dedicarían el dinero a otras cosas pero que bueno, que bienvenido sea por el bien del turismo. Al final, se llame como se llame, lo de los cuartos de la Davis entra dentro de lo catalogado como gran evento y se quiera o no, la Diputación, el Ayuntamiento y la Generalitat -todos gobernados por partidos de izquierda- se estrenan en un terreno prohibido hasta ahora y denostado en tiempos pasados. La imagen de Ribó, Puig, Oltra, Grezzi y demás familia en la plaza de toros de Valencia animando a España será curiosa si es que se da. No hace mucho en el Ágora se celebraba un torneo ATP al que, si la memoria no me falla, el actual presidente de Les Corts, Enric Morera, atizaba sin piedad durante sus tiempos en la oposición. Me declaro defensor de los grandes eventos sostenibles -luego ya cada uno valorará si 339.000 euros por una eliminatoria de la Davis es caro o barato y se preguntará por qué el Govern balear pasó del tema- pero el tiempo al final ha demostrado que siempre es un placer aquello de probar lo prohibido, aunque el sabor sea a gran evento.

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