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RITA HAYWORTH,  LA DIOSA DEL AMOR

RITA HAYWORTH, LA DIOSA DEL AMOR

Esta semana se cumple el centenario de la inolvidable protagonista de 'Gilda', fallecida en 1987 a causa del alzhéimer

RAFA MARÍ

Lunes, 15 de octubre 2018, 09:25

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La más famosa. Le llamaban 'La diosa del amor'. Su deslumbrante belleza y sensualidad la convirtieron, tras el enorme impacto de 'Gilda' (Charles Vidor, 1946), en la actriz más famosa de su época. 'Nunca hubo otra mujer como Gilda', decían las frases publicitarias de la película. Nacida en Nueva York el 17 de octubre de 1918, el miércoles se cumple el centenario de la inolvidable Rita Hayworth, fallecida en 1987 a causa del Alzheimer, terrible mal que empezó a padecer a partir de los 50 años, cuando esa enfermedad aún no se diagnosticaba o se hacía de modo confuso. Todos creyeron que sufría alcoholismo.

Margarita Cansino. Su verdadero nombre era Margarita Carmen Cansino Hayworth, hija de un bailarín sevillano, Eduardo Cansino Reina, que emigró a Estados Unidos en la segunda década del siglo XX. Con el nombre de Rita Cansino y morena de pelo azabache, comenzó su carrera como bailarina al lado de su padre. Siendo una adolescente interpretó pequeños papeles en películas menores ('La nave de Satán', 1935; 'Charlie Chan en Egipto', 1935).

'Sangre y arena'. Fue una convincente doña Sol en la fastuosa versión fílmica de 'Sangre y arena' (Rouben Mamoulian, 1941), basada en la novela de Blasco Ibáñez. Cinco años después llegó el descomunal bombazo de 'Gilda'. Hoy día asombra la modernidad de su vestuario y su forma de moverse (la voz de la canción 'Amado mío' era de Anita Ellis).

Declive. A la tremenda popularidad de Rita Hayworth en la segunda mitad de los cuarenta le siguió un rápido declive. Tras la excelente y perversa 'La dama de Shanghai' (1947), dirigida por su entonces marido Orson Welles y en la que hacía de rubia malísima, todas sus decisiones profesionales en los cincuenta fueron equivocadas ('La dama de Trinidad', Vincent Sherman, 1952; 'Salomé', William Dieterle, 1953; 'Fuego escondido', Robert Parrish, 1957, tres fracasos comerciales y críticos). Rita seguía siendo un mito, pero ya con más pasado que presente.

Inolvidable. Le pregunto a varios jóvenes por Rita Hayworth (un vecino, un ajedrecista, un familiar). La respuesta de los tres me sorprende: no saben de quién les hablo. Les cito 'Gilda'. Ni idea. Les comento que fue la actriz más glamurosa de los años cuarenta. El dato no excita su curiosidad. ¿Años cuarenta? Eso queda muy lejos, vienen a decirme. Pese a ello, no retiro la palabra 'inolvidable' en el subtítulo de esta crónica. Esos jóvenes no han olvidado a Rita Hayworth. Simplemente, no saben quién era. No se puede olvidar aquello que no se ha conocido.

Ciclos. Las teles dedicaban antes, de vez en cuando, ciclos bien presentados y con aportaciones documentales sobre actores y actrices célebres. Greta Garbo, Bogart, Marilyn... No recuerdo que se le dedicase uno a Rita Hayworth. Aún es posible hacerlo. Ese tipo de televisión cultural apenas se lleva, pero tal vez alguien, tras una milagrosa iluminación moral, se anime a defender un tono respetuoso con los telespectadores. No todo han de ser agrios debates políticos, concursos que premian la memoria nominal o crónicas estridentes sobre lo que pasa en la casa de 'Gran Hermano' o quién es el novio actual de Isa Pantoja.

Musicales. En ese ciclo doy por sentado que tendrían buena audiencia los dos modestos filmes musicales en blanco y negro que rodó con Fred Astaire ('Desde aquel beso', Sidney Lanfield, 1941, y 'Bailando nace el amor', William A. Seiter, 1942). Más adelante Rita declaró que estas dos películas eran las que más apreciaba de toda su carrera. En mi opinión, Astaire nunca tuvo en los números de baile mejor pareja que Rita. Y eso es mucho decir porque en el cine bailó con Gingers Rogers, Cyd Charisse o Leslie Caron.

Distante. A ese hipotético ciclo añadamos 'Gilda' (por supuesto), las citadas 'Sangre y arena' y 'La dama de Shanghai', 'Las modelos' (Charles Vidor, 1944), 'Los amores de Carmen' (Charles Vidor, 1948), Mesas separadas' (Delbert Mann, 1958, su mejor interpretación) y el extraño y bello western 'Llegaron a Cordura (Robert Rossen, 1959), en el que Rita, actriz discreta y presencia fascinante, logra seducirnos con su actitud distante, un poco fuera de la película, ajena incluso a Gary Cooper.

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