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Revolución de diseño

Tienda de campaña ·

En Cataluña no se ven, como en las revueltas clásicas, chafarrinones improvisados o faltas de ortografía

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Martes, 26 de septiembre 2017, 10:20

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El Barcelona juega, da igual contra quién, y el espectáculo está garantizado: habrá diez mil banderas ondeando por la independencia, se abrirán pancartas de treinta metros y desde la tribuna más alta se descolgará un letrero, tan grande como la plaza de Cataluña, destinado a pedir el SÍ en un referéndum ilegal. Después, como ya sabemos todos, no ocurrirá nada: cinco, ocho mil personas, han estado en el ajo como mínimo. Pero como no se les puede detener a todos, lo mejor es pasar la hoja. De modo que nadie se tomará la molestia de averiguar cómo ha sido posible el derroche, quién ha hecho el esfuerzo, cómo se paga y quién diseña tan impresionante despliegue. Y cómo se mete en el campo una tela de dos mil metros cuadrados.

Sin embargo, de todo cuanto está ocurriendo en Cataluña, hay un aspecto que todavía me fascina más que el derroche de medios: es la calidad, el buen estilo, el estupendo acabado que asiste a todo los accesorios de la campaña propagandística. Les invito a fijarse en este detalle, porque es interesante. Supongamos que se les ha ocurrido hacer un encierro estudiantil en la vieja sede universitaria: cuando llega la televisión ya hay una atractiva cartela de 25 metros, puro diseño, que cuelga desde el último piso.

Aceptémoslo: esta es una campaña de desobediencia con mucha gente obediente a un mando; asistimos a la rebelión de una parte pequeña pero intensamente activa de Cataluña, pero nos llega acompañada de un diseño impecable, de muy alta calidad, en el que parece que se haya estado trabajando en los últimos doce o catorce años. Y hasta para decir un desabrido no al Tribunal Constitucional hay dispuesto un atril decorado con un diseño especial que se enmarca en un marco coherente y de colores elegidos.

Todo viene lindamente dibujado y muy bien impreso; con urnitas diseñadas que requieren muchas horas de ordenador. Y todo se presenta, además, en dos idiomas, catalán e inglés, porque lo que se quiere, especialmente, es llamar la atención fuera. Hay abanicos y bolígrafos, libretas y sacapuntas con la estelada. El SI se ha trabajado en doscientas versiones y hasta se ha editado una colección de cromos con los enemigos del independentismo en la que Esperanza Aguirre es el número 3 y Javier Mariscal el 110. Pero no se equivoquen: nada de lo que estamos viendo lo hacen cuatro chalados con una ciclostil. Aquí hay mucho Adobe Illustrator. Y muchas facultades y escuelas de diseño con todo el alumnado trabajando de la mañana a la noche. El independentismo, como si viniera preparándose para ello desde hace una década, muestra lemas, frases, dibujos, logotipos, carteles, banderas y gallardetes a cada paso.

No hay, como en las revoluciones de siempre, burdos chafarrinones jacobinos; no vemos los rótulos con faltas de ortografía de quien acaba de salir de la nada y se ha aupado al liderazgo de la revuelta. Aquí hay un gabinete de diseño general que funciona como un reloj.

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