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Quedaron todos tan satisfechos y confiados de la expiencia del pasado Consell, fueron todos tan felices y se tejieron tan buenas relaciones, que todos los partidos que integrarán el Consell han elegido perfiles de política baqueteada para su segundo escalón. De tal suerte que las secretarías autonómicas se han poblado de personajes que saben latín o lo están perfeccionando.

El jefe de gabinete de Oltra, Miquel Real, aficionado a los latinajos, va a tener con quien hablar en esa lengua muerta. O quizá no de manera literal, porque es posible que a alguno se le haya olvidado las declinaciones, pero del resto del noble arte de la política más pura (y sobre todo, dura), se lo conocen todo de pe a pa como si por sus venas corriera la sangre de esos patricios romanos que tan bien novela Santiago Posteguillo. Que no seré yo quien diga que llegan al Consell con ganas de acuchillar a nadie, pero estamos hablando de gente como Alfred Boix, Ignacio Blanco o Isaura Navarro... y otros exdiputados o exalcaldes, chulos y chuleados, que de primeras te van a tratar bien, pero a la que te pongas tonto te van a arrear un navajazo político que te levantan dos metros del suelo. Los líderes y las direcciones de los partidos han recuperado ángeles caídos a causa de esas caprichosas primarias que sacan de foco a los colegas, a los fieles, a los cómplices necesarios de grandes y pequeñas emboscadas a propios y extraños. En definitiva, gente que reparte estopa sin mover una ceja.

¿Y por qué? Pues porque a pesar de que el discurso oficial señala que se pretende consolidar las políticas iniciadas la pasada legislatura, las jugarretas vividas y las negociaciones actuales han dejado una huella indeleble. Desconfían. Así que, si se puede gestionar, se gestionará, pero si hay que guarrear en el barro, tenemos a maestros en el chapoteo, tanto orgánico, en sus propias organizaciones, como contra rivales de otros partidos. Han venido a la pelea. En algunos departamentos donde han recalado los nuevos secretarios autonómicos, los funcionarios y el personal eventual ya han pasado por las armerías para comprar chalecos antibalas y cascos refozados con chapas de acero. Agotadas las palas para cavar trincheras. Si algún circo llega en Navidad a Valencia y se les pone malo el lanzador de cuchillos, que llamen a la Generalitat, que hay excedentes. Al Consell se ha elevado a políticos que, a buenas, vale, pero que, ante la duda, vacían el cargador. Valga la idea de que Arcadi España, conseller con aspecto de juez de paz, se siente inspirado por las máximas de Rubalcaba, o que también se ha sumado al baile Mireia Mollà, que ciertamente, de fiesta baila como la que más, pero si hay que decirle a alguien, en su cara, a medio metro, eres un mentiroso, pues se lo dice y punto.

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