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EL RELATO DEL CLÁSICO

Marcador dardo ·

MIQUEL NADAL

Lunes, 21 de octubre 2019, 10:27

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Buena parte de la escenografía de lo que sucede en Catalunya me recuerda la contaminación de la política por el hooliganismo futbolístico. Quien vea las imágenes, podrá advertir que la manera de lucir en forma de capa las banderas anudadas al cuello y los gritos a por ellos frente a la policía, recuerdan noches de incidentes tras la consecución de un título. Hasta la sentencia del Supremo se analiza con la ligereza con que opinamos de una decisión arbitral. La convivencia en sociedad va mucho más allá de la manera irracional y frívola con la que nos comportamos en el fútbol. Alguien tendría que analizar en una tesis de las de verdad, no de esas de corta y pega, de qué manera ciertas exageraciones en torno al mundo del enfrentamiento futbolístico han contribuido a modificar la percepción de nuestra realidad territorial. No cabe duda que hasta las camisetas y los selfies ante las barricadas sugieren una dramaturgia deportiva, de Chiringuito y Jugones, muy alejada de los actos de kermesse patriótica que después pasan a los libros de historia. El levantamiento del lunes de Pascua de 1916 en Dublín acabó con el fusilamiento de todos los comandantes. Nadie llamó a un Uber Eat para que llevara pizzas o comida china a la Oficina de Correos de Dublín, y al pobre Conolly, moribundo, lo tuvieron que fusilar atado a una silla, porque no se aguantaba en pie. Aquí hay más mascarada que valentía. La guinda es la coincidencia de lo que medios periodísticos llaman, en sustitución del imposible calificativo de derbi, como clásico: un Real Madrid-FC Barcelona. Muchos aún creen que esos dos partidos anuales representan la eterna disputa simbólica entre el franquismo y la democracia, las Tierras Oscuras frente a las Tierras Luminosas, el flamenco y los Toros frente a la Cultura y la Inteligencia. Estará ciego quien no se dé cuenta de que hemos de devolver el fútbol a la normalidad, y en ciertas condiciones es prudente que los partidos no se puedan disputar. De lo contrario no habría excusa para parar esos partidos que exigimos parar cuando de detectan cánticos racistas, o de contenido político. No pienso enmendar la plana a los comunicados de la directiva del FC Barcelona, exhibiendo que su historia es la encarnación de la lucha por la libertad. Lo dice un modesto aficionado de un club que se ha dedicado a jugar a fútbol, y que quizá no sea ejemplo de nada. Pero la historia tiene pliegues y suciedad debajo de las alfombras. El 21 de noviembre de 1975, desde Barcelona, La Vanguardia Española, al tiempo que relataba las muestras de dolor por la muerte de Franco, daba cuenta de un telegrama concreto que había dirigido el presidente del F.C. Barcelona: «Casa Civil de Su Excelencia. El Pardo. Madrid. Fútbol Club Barcelona se suma al dolor nacional por pérdida irreparable Jefe del Estado. Con sentida condolencia Agustín Montal, presidente.»

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