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Reconquista

AGUSTÍN DOMINGO MORATALLA

Domingo, 16 de diciembre 2018, 09:04

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Durante las últimas dos semanas se ha producido un cambio de coordenadas en el discurso político. El resultado de las elecciones en Andalucía no solo ha pillado con el paso cambiado al estado mayor de los partidos constitucionalistas, sino que ha colocado en 'modo pánico' a fuerzas republicanas, antimonárquicas y pancatalanistas. El 'efecto VOX' no ha hecho más que comenzar y eso lo saben bien todos los agentes políticos: desde los banqueros que ahora sí prestan dinero a las agrupaciones del partido que antes vivían en la miseria, hasta algunos cargos públicos municipales y autonómicos que ya recogen las camisetas. Un cambio que puede estar asociado a un término que utilizó Francisco Serrano la noche del 2 de diciembre, cuando se confirmó que VOX conseguía 12 diputados. Este líder no sólo dijo claramente «vamos a propiciar un cambio político», sino que utilizó el término «reconquista» para describir el giro que se producía en la política española.

Aunque Felipe González no se sorprendió y comentó que con estos datos nos parecíamos a Europa, donde también hay partidos explícitamente de derechas, el 'efecto VOX' no se explica solo por la reacción que estos partidos han tenido contra la inmigración desrregulada, la Europa de los funcionarios sin valores o la mercantilización de vínculos y relaciones. Hay factores comunes, pero también los hay diferenciadores, como la posibilidad de utilizar el término «reconquista» para vertebrar culturalmente algo más que un simple calentamiento mitinero. Mientras que el resto de partidos se habían instalado en la frivolidad de lo políticamente correcto y habían excluido cualquier reconstrucción de la conciencia histórica que no se situara entre los rifi-rafes de la manoseada Ley de memoria histórica, el efecto VOX abre nuevos horizontes culturales. La conciencia cívica deja de estar dominada por el resentimiento y se abre a nuevas interpretaciones.

Junto a la mala prensa que puede tener el término en algunos ambientes de progresía amnésica, con el término 'reconquista' puede vertebrarse un atractivo relato. Y no sólo político, sino cultural, caracterizado por la pérdida de complejos al plantear el problema de la conciencia histórica de los españoles. Los que querían aplicar la neuropolítica a las campañas electorales ya han encontrado lo que buscaban: emociones, ilusiones, sacrificios y expectativas. Cuando otras fuerzas políticas tienen problemas para movilizar electores que luchen por algún céntimo del crecimiento económico en el PIB, la épica de VOX recuerda que hay ciudadanos que dan su vida por la patria, o la 'matria' en términos de Unamuno. Un término discutible pero de utilidad para renovar creencias, convicciones y propuestas con las que hacer frente a la cursi impugnación de España que hacen quienes la sustituyen por 'país', 'estado' o 'territorio'.

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