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Mi querida España

Una buena generación de políticos es la que aprovecha esas condiciones objetivas de bienestar y las impulsa minimizando nuestros defectos

VICENTE GARRIDO

Viernes, 3 de mayo 2019, 08:04

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Pedro Sánchez dijo en el primer debate de la pasada campaña electoral, realizado por TVE, que España es uno de los países con mayor calidad de vida, y es cierto. Los indicadores internacionales lo atestiguan: considerando índices varios relacionados con el bienestar, los españoles somos muy longevos y estamos en una situación de privilegio si atendemos a lo que se entiende por una 'vida feliz'. Sin embargo, los autóctonos estamos más confusos: trabajamos más que el promedio de Europa, estamos siempre a la greña sobre muchas cosas, desde la guerra civil hasta nuestra 'identidad', y no es extraño que nos definamos como un pueblo envidioso y cainita; dedicamos poco dinero a la educación y la ciencia, y hemos visto que muchos jóvenes valiosos han tenido que emigrar para seguir desarrollándose como investigadores o profesionales; por no hablar del importante paro en la sociedad y en los jóvenes en particular.

Al mismo tiempo, al regresar de viajes de cierta duración y retomar nuestra vida en general no tardamos en concluir que «aquí se vive mejor que en cualquier otra parte», refrendando lo dicho por los estudios sobre el bienestar. ¿Cómo explicar esta paradoja? Es importante resolverla, porque explica bien hasta qué punto necesitamos una buena generación de políticos. En Finlandia o Islandia las prestaciones educativas y sociales son muy elevadas, el sentido de identidad no es un problema: frente a las condiciones extremas del clima, la gente desde el principio tiene claro que la fuerza y el progreso radica en la unión, donde todos se aplican en lograr un bienestar material notable. El ecosistema impone unas exigencias, y un gobierno a la italiana pronto llevaría a esos países al desastre.

En España la situación es la contraria: nuestro ecosistema es extraordinario, el clima invita a socializar, al paseo y al éxtasis de los sentidos. Con poco nos apañamos, y en general resolvemos nuestras disputas con broncas y peleas, rara vez con el crimen, a pesar del tiempo que pasamos en bares y calles y las oportunidades que tenemos para abrirnos la cabeza. Contamos también con una red familiar y de amigos (aunque cada vez se debilita más) que nos apoyan en tiempos de crisis, y en general nuestros valores están lejos de ser extremos en cuanto al racismo o la xenofobia que se registran en otros países.

Con una historia milenaria, tenemos la experiencia para saber qué cosas nos funcionan y cuáles nos ayudan a deslizarnos por la pendiente del encontronazo y del rompe y rasga. Aquí nos sale el trazo grueso, la disfunción en la gestión de la base y posibilidades tan grande que tenemos como pueblo. Una buena generación de políticos es la que aprovecha esas condiciones objetivas de bienestar y las impulsa minimizando nuestros defectos. Hay que amar a nuestro país y comprenderlo para sacar lo mejor de nosotros mismos.

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