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Lo del puerto

Tienda de campaña ·

Lo más grave es que el valenciano ha dejado de anhelar un puerto líder: hemos bajado los brazos, no hay ambición

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Martes, 15 de octubre 2019, 09:44

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El puerto sigue siendo un tema muy solicitado en reuniones y tertulias. Yo diría que es, incluso, el «best seller» de los temas de conversación en sociedad, por encima del pufo de la EMT, Cataluña y la momia del dictador, último recurso del gracioso, para los postres, cuando la conversación decae. Lo comprobé hace poco, en una cena, toda de gene letrada y ya crecida, donde coseché unas cuantas sorpresas.

La primera sorpresa fue que una gran mayoría de valencianos no ha estado en el puerto -quiero decir 'dentro de él'- ni se ha tomado la molestia de mirar un plano de Google. Desconocemos sus dimensiones, su disposición, el aprovechamiento que se hizo del traslado del cauce del Turia. Tan es así que mucha gente discute sin saber, aunque convencida, eso sí, de que el puerto, como 'obra dura', es malo para el medio ambiente. Los de Algeciras y Barcelona, no. Pero el de Valencia, sí.

Tampoco sabe la gente que el puerto ya ha avanzado sobre el mar, ya tiene los diques construidos, ya está terminado, por lo que su afectación sobre la costa sur, de existir, ya lleva una década planteada. La mayoría de valencianos desconocemos que de lo que se trata ahora es de rellenar una extensión de agua como Ciutat Vella, con las grúas, amarres e instalaciones que se precisan para que funcione un puerto. Una empresa internacional (MSC) ha ganado el concurso de la concesión y ahora tiene que hacer y pagar la obra, en tres fases, hasta el año 2030.

Pero la gente discute, reniega y llega a decir que el puerto, por el bien de la humanidad, tiene que crecer en Sagunto. Sin pensar, claro, que esa decisión estratégica debería haberse tomado hacia 1974, cuando los contenedores empezaron a utilizarse, y que la afectación de la dinámica de costas hubiera impedido que existieran Puebla de Farnals y Port Saplaya.

Pero la gente, incluso los diputados europeos más tronchos, habla y habla; y dice, y se deja calar como un bizcocho por la lluvia de prejuicios climáticos, con el resultado de que el Puerto es caca y que lo que nos conviene a los valencianos -y venga la copla- es hacer que la Vall d'Albaida se convierta en Silicon Valley. Por eso me atrevo a escribir que es urgente que la Autoridad Portuaria monte una exposición sobre el puerto, con una maqueta enorme; pero no en el Edificio del Reloj, que está 'allá', sino dentro de las murallas de una ciudad cerrada de mollera.

Con todo, lo que más me confunde y asusta, lo que empieza a darme miedo, es que, en reuniones y tertulias, los valencianos ya han bajado los brazos. Aquella ambición, legítima y natural, de tener un puerto líder, ha desaparecido. El valenciano medio ya no anhela como antes que su tierra sea motor de nada. Las ambiciones están muriendo y el valenciano no desea que el Estado, en su tierra, tenga un puerto puntero, dinámico, rentable y triunfador.

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