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Desde la discrepancia ideológica, incluso desde el rechazo frontal a una forma de pensar, hay un valor que nunca conviene despreciar en el adversario porque deja entrever honestidad e integridad moral, como es el de la coherencia. El independentismo catalán ha puesto en evidencia lo difícil que resulta ser siempre coherente y llevar hasta el final unos principios que de palabra pueden quedar muy bien pero que cuando hay que llevarlos a la práctica, e incluso acabar en la cárcel por su defensa, empiezan a generar dudas primero, inquietud y malestar después y deserciones en masa a continuación. Coherencia no es igual a cerrazón intelectual sino continuidad entre palabras y actos. En el Consell de Puig-Oltra asistimos a diario a discrepancias entre socios de una coalición formada por un partido de izquierdas -de la socialdemocracia clásica- y una extraña mezcla entre nacionalistas (de derechas unos y de izquierdas otros), separatistas radicales, excomunistas reconvertidos y ecopacifistas. Distintos puntos de vista hasta cierto punto lógicos entre una formación de corte constitucional y otra que está más cerca de los antisistema y de los soberanistas que de los defensores del «régimen del 78». Pero cuando las divergencias afectan al mismo partido resultan más preocupantes. El mismo PSPV que tiene en marcha la recuperación de las concesiones sanitarias sin que dé la impresión de importarle demasiado el coste que va a tener la operación en la Hacienda valenciana se muestra partidario de abrir al sector privado la construcción y explotación de infraestructuras. Supongo que la explicación que ofrecerán es que la salud de los valencianos es un asunto más importante que las comunicaciones viarias o ferroviarias pero es imposible no ver un afán ideológico en la aplicación de una vara de medir tan distinta. Si los socialistas consideran que una empresa privada no es buena ni fiable para asumir una prestación sanitaria ¿cómo va a serlo para construir y gestionar una infraestructura por la que transitan miles de personas al día y que como recientemente se ha visto en el caso de la nevada de la AP-6 puede ser una fuente de conflictos? Coherencia se llama a esa figura, o mejor dicho, incoherencia. La que demuestra el PSPV con criterios tan volátiles, con una guerra sin cuartel contra el sector privado en la sanidad frente a la búsqueda de su cooperación en las obras públicas. Seguramente, la única explicación auténtica y sincera es que en el departamento de María José Salvador no hay un euro para gastar y que como vulgarmente se dice están a dos velas, por lo que hay que recurrir a la imaginación para financiar los proyectos. De lo que cabe deducir que en la Conselleria de Sanidad, la de Carmen Montón, deben de estar nadando en dinero.

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