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Patinar, patinamos todos. Algunos, incluso, con cierta frecuencia. La candidata socialista a la alcaldía de Valencia, Sandra Gómez, no midió bien las consecuencias de esa oferta lanzada a la líder de EU en la capital, Rosa Albert, dirigida a integrarla en la candidatura municipal del PSPV. La respuesta de la dirigente de la coalición -un 'no' rotundo- no sólo retrató el atolondramiento de la propuesta, sino también cierto grado de desesperación por parte de la proponente. ¿Un fichaje de otro partido? ¿Así porque sí? ¿Sin consultar a nadie? El debate que debía contribuir a movilizar el voto progresista de la capital, una especie de respuesta a la activación que la derecha ha logrado gracias a la irrupción de Vox, fracasó antes incluso de comenzar a tomar vuelo. Ya se entendió mal esa campaña -unaperfectadesconocida- que puso en marcha el PSPV de la ciudad para dar a conocer a su cartel electoral, y que lo primero que hacía era poner de manifiesto que Gómez puede ser una gran candidata, pero que aún no la conoce nadie. Tampoco le hizo ganar amigos esa decisión de suprimir las siglas del PSOE de esa apuesta publicitaria, como si tuviera que huir de los referentes que ahora mismo ejemplifican la gestión de ese partido, Pedro Sánchez y Ximo Puig. Y ahora ese llamamiento a la fraternidad, a poco más de cien días para las elecciones, lleno de impostura. Igual algún asesor no ha caído en que los arrebatos de última hora y las maniobras de cara a la galería generan más desafección que otra cosa. En todo caso, el patinaje va por todos los barrios. El presidente nacional del PP, Pablo Casado, ha puesto toda la artillería sobre la mesa para tratar de socarrar a Sánchez tras esa ocurrencia del relator que medie con los independentistas. El líder del PSOE, es verdad, ha podido comprobar lo que ya intuía: que desde Felipe González y hasta buena parte de sus barones están esperándole para ajustar cuentas tan pronto como puedan. Y Casado, cada vez más enfadado, ensimismado en su papel de ser un nuevo Aznar que tapone la fuga de votos hacia Vox, insiste en no tender puentes hacia ese otro PP que se siente mucho más cómodo en la moderación y en el centro. Los populares ven el peligro en el partido de Santiago Abascal, y se olvidan de que será Cs el que acabará apareciendo como opción de centro. Alberto Núñez-Feijóo o Juanma Moreno acudirán arrastrados a la cita del domingo en Madrid, conscientes de que la respuesta política a un patinazo no debería de ser otro mayor. Pero irán. La carrera por ser 'más de derechas que nadie', o el más independentista, o de la izquierda más pura, da más miedo que otra cosa. ¡Hasta Alfonso Guerra ha resucitado! Malos tiempos para la reflexión, el entendimiento y los acuerdos. Política de tuit.

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