La 'politesse' herida

Asociamos el tumulto que acaba ofreciendo un peaje de sangre a los países en vías de desarrollo dominados por los sátrapas corruptos y la profunda desigualdad social. Una alegría deportiva tonifica los ánimos y lo que en principio suponía una fiesta inofensiva muta en broncas y saqueos. En los USA, con esa policía en perpetuo estado de paranoia que tira de gatillo antes de preguntar, cuando el equipo de una ciudad conquista la Superbowl el personal inunda las calles para disfrutar del triunfo y luego se desmadra emulando aquellos disturbios de Watts, en Los Ángeles. En la bella Francia, en la dulce Francia, en la educada Francia, celebraron la victoria mundialera masivamente, pero el jolgorio finalizó con cargas policiales, escaparates y coches destrozados y, lo que es peor, dos muertos. Hace una semana Macron paseaba por Versalles para empaparse del espíritu regio que tanto les gusta a los presidentes de la República Francesa. Les encanta caminar pomposos con un ojo puesto en Luis XIV y otro en Napoleón. Ese mismo Macron brincó como un hincha populista cuando su equipo enchufaba goles. Ese mismo Macron, cuando aspiraba al trono, aseguraba que, bajo su liderazgo, en Francia no se tolerarían violentas barahúndas en la vía pública. Pero la realidad suele chocar contra los deseos y esas promesas de futuro que son el cebo para los votantes. Francia es, o era, quizá el país más correcto del mundo gracias a su famosa 'politesse'. Palabras como «perdón» y expresiones como «por favor» yacen sobre los labios. Te rozan en el metro, pues «perdón». Y si pides cualquier fruslería en un cafetín, pues el «por favor» por delante y mejor si de propina le añadimos un «monsieur» o una «madame». Dos muertos festonearon la postfiesta del 14 de Julio. Macron no entiende nada y De Gaulle se revuelve en su tumba.