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Creo que cada libro tiene su momento oportuno para ser leído. Sólo hay que intentar encontrarlo. Estos días de Navidad me ha acompañado la lectura ... de uno que les recomiendo adquirir. Es perfecto para estas fechas.
Julián Quirós, valenciano de adopción y ahora director de ABC, comparte en su primer libro la intimidad de su particular manera de observar el discurrir del tiempo. Aunque se define como poemario, se aleja de la disciplina de los versos y sus rimas son una suma de certeros titulares. Otra forma de poesía: como la danza contemporánea y el ballet clásico. Una forma diferente de relatar sin corsés. Breves relatos nostálgicos resumidos con la consistencia del buen titular que no esquiva las durezas del pasado, hace brillar las bellezas de la rutina y en los que se reconoce al periodista inconformista que asume las complejidades de la profesión. 'Pérdidas y ganancias', como pasa en estas fechas, te conduce a parar para reflexionar. Y mirar hacia dentro. Un ejercicio de revisionismo vital entre el debe y el haber de lo hasta ahora vivido.
Y es que estos días resulta casi inevitable no dejarse llevar por los recuerdos y echar la vista atrás. La memoria y las ausencias son irremediables compañeras de cualquier Navidad adulta. Porque nada vuele a ser igual cuando experimentas ese vacío que dejan las personas que quieres y ya no están. Navidad es estar todos juntos. Si falta uno, nunca vuelve a ser lo mismo. Lo que antes era tu haber pasa a llenar el debe en un abrir y cerrar de ojos. La vida en vasos comunicantes.
Y los recuerdos. Los más indicados para la nostalgia: los que tienen ojos de niño. Cuando pensabas que eran mejores las vacaciones de Navidad que los veraneos. Cuando se felicitaban las fiestas por carta y, para que llegaran a tiempo, se enviaban con mucha antelación por correo. Cuando la feria de Navidad era tan nueva como peligrosa. Y los circos viajaban con animales. Y para ver palomas ibas a Viveros. Cuando, si ibas al cine, te esperaba en la puerta un acomodador con linterna para asegurar que te sentabas en el sitio indicado en una sala de verdad a oscuras. Cuando hacia frio y te ponías el abrigo del domingo. Cuando los únicos Reyes Magos eran los que se instalaban con despliegue real a las puertas del primer Corte Inglés de la ciudad. Y llorabas si te tocaba Baltasar en esa mítica foto para el recuerdo. Cuando el trivial desbancó al monopoly. O cuando el regalo estrella eran los videos y las pelis se veían en Beta. Y las alquilabas por días en los videoclubs. O sólo había dos canales de televisión y el mando a distancia era el hermano más pequeño. Y sólo existía un teléfono fijo por familia y para poder marcar hacías girar la rosca. Y los hippies eran los de la plaza del Parterre. O como dice Julián Quirós, de cuando el gintonic se tomaba en vaso de tubo. Si pueden, léanlo. Se lo recomiendo. Viajarán por su pasado.
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