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Urgente Bertín Osborne y Taburete, entre los artistas de los Conciertos de Viveros 2024

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Manuel Valls dio en el clavo al decir que Ciudadanos lo apuesta todo, de manera irresponsable, al «cuanto peor, mejor», sin pararse a pensar en las consecuencias que para España tiene semejante estrategia. Pero se equivocó al apuntar sólo al partido de Albert Rivera. Porque al fin y al cabo es el mismo método que siguen todos los partidos cuando están en la oposición, procurar que la situación se deteriore para que la alternativa de gobierno -es decir, 'ellos'- sea vista como la única salvación posible. Es, por ejemplo, lo que hicieron durante sus largos años de travesía por el desierto tanto el PSPV como, especialmente, Compromís. Y a su vez. no hacían nada distinto a lo que había puesto en práctica el PP (y antes AP) en los años de gobierno de Lerma en la Generalitat o de Pérez Casado en el ayuntamiento, disparar contra todo sin distinguir la gestión de un evento o los problemas o sobrecostes en la construcción de un edificio emblemático del propio proyecto en sí. El cortoplacismo de unos y otros, sin distinción de ideologías, les llevaba a descalificar el Palau de la Música, el IVAM o el Gulliver en una época, y el Palau de les Arts o el Veles e vents en otra posterior. Era la aplicación civil de la táctica militar de la tierra quemada, al enemigo ni agua, aunque con dicha forma de proceder se acabara perjudicando la imagen de los valencianos, nuestra reputación. Los partidos se niegan a pactar con el gobernante para no darle el minuto de gloria de aparecer ante la ciudadanía como el gran hacedor de acuerdos históricos. No han sido capaces en cuarenta años de democracia de consensuar una ley de educación que acabe con los vaivenes legislativos y reglamentarios que tanto han lastrado la calidad de la enseñanza en España. Tampoco parecen dispuestos a dejar fuera del debate partidista y electoral el futuro de las pensiones, aquejado de la misma irresponsabilidad suicida de que hacen gala la inmensa mayoría de nuestros representantes políticos. Manejan cifras y estadísticas a su antojo, sin contrastar, con el único fin de desacreditar la labor de gobierno, de decir que estamos peor que antes, cuando estaban 'ellos', siempre 'ellos'. Sí, es verdad, tiene razón Valls cuando asegura que Ciudadanos lo fía todo a ese maléfico «cuanto peor, mejor», pero ni Rivera es el inventor de tan nefasto procedimiento ni siquiera es su mejor ejecutor. ¿O ya no nos acordamos de la guerra sin cuartel desde el primer minuto de los conservadores contra los gobiernos liderados por Felipe González y de las izquierdas contra los de José María Aznar? Los hombres de Estado, los que con altura de miras anteponen el interés general al de las siglas que los cobijan, brillan por su ausencia en una España en la que la política mezquina campa por sus respetos.

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