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PENA,MORBO Y HASTÍO

CARLOS PAJUELO

Sábado, 17 de marzo 2018, 09:43

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La lucha para obtener la audiencia en todos los medios se dispara cada día. Se recurre a diversas medidas para lograr eso que llaman share o lo que es lo mismo porcentaje de una audiencia global. Las autopromociones tratan de seducirnos. No es nuevo y los espectadores o lectores contamos ya con ello y es lo mismo que cuando nos dicen de la bolsa, «el mercado ya ha descontado esa circunstancia».

Cada día más el amarillismo se adueña de la información. Recordemos que lo amarillo en los medios supone «... aquel tipo de periodismo que se caracteriza por intentar subir el 'rating' o sea captar la atención de los lectores, oyentes o televidentes, según el medio sea escrito, radial o televisivo, utilizando el sensacionalismo, lo que implica manipular...».

La reciente aparición del cadáver del niño de Almería permite reflexionar sobre lo que afirmo. Desde su desaparición, el suceso, desde su búsqueda hasta encontrar su cadáver, desgraciadamente, ha llenado telediarios, cubierto páginas enteras de la prensa, hasta la más teórica mente más conservadora. Más amarillo no puede ser el color informativo con los detalles más morbosos.

La figura de la asesina confesa y su deambular entre los voluntarios buscadores, su pasado; las declaraciones angustiosas de los padres nos han llenado de pena y durante un tiempo nuestra alma ha estado encogida por el desenlace.

Era la crónica terrible de la actualidad. El comportamiento humano originado por el dinero, los celos, el deseo de ser noticia... Quién sabe. La ocupación del tiempo de los telediarios nacionales de la cadena pública y de las privadas han devenido en el hartazgo y lo que era pena, sigue siéndolo cuando piensas en la intimidad, se ha convertido en rechazo.

El hastío por exceso de dosis informativa ha generado un efecto contrario al buscado por los medios de tal forma que, al conectar la radio, al ver la imagen en el televisor y al abrir las páginas de los diarios la tendencia es evitar ya la noticia.

Si a ello se añade la politización, montando falsas polémicas sobre el nombre, el color y el país de origen de la asesina el asunto termina por asquear.

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