Borrar
Urgente Muere el mecenas Castellano Comenge

Parque temático

El disfraz entra en la política: irán de carceleros para hablar de horarios y de analfabetos para referirse al Principal

F. P. PUCHE

Jueves, 30 de noviembre 2017, 08:55

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Es el último grito de la moda política, y a mí me gusta... Que los altos cargos comparezcan en rueda de prensa disfrazados -de algo, de lo que sea- forma parte del nuevo catálogo de amenidades populistas y nacionalistas. Y se va imponiendo: si Pere Fuset ha informado de Expo Jove, vestido de cocinero, con su mandil y su gorro, como toca en una ciudad que es Capital de la Alimentación, lo que tenemos delante es un abanico de posibilidades que va mucho más allá del horizonte de las camisetas. Y que nos sitúa en una dimensión inédita, de enorme creatividad: alcaldes con casco y pala para hablar de una rotonda nueva, consellers de carcelero para hablar de horarios comerciales, conselleras con uniforme maoista para abordar la incautación de hospitales...

- Hoy vengo vestido de analfabeto para hablarles del Principal...

La tematización, la conversión de la política en un parque temático es el penúltimo estadio de la memez política que nos invadió hace unos pocos años, con el permiso de un buen puñado de electores que, sin ser memos declarados, son absolutamente frívolos. Desde esas elecciones, la ciudad, y también lo que antes de la intervención financiera llamábamos autonomía, vive llena de fiestas, concursos, celebraciones y participaciones, con políticos disfrazados unos días de ciclista, otros de huertano, otros de chavistas, que no se percatan que la realidad va por rumbos que no asimilan.

En realidad, ahora caigo en la cuenta, la vía del disfraz es la más adecuada para entender la política. Todos transitan por ella con un embozo o disimulo: el radical se trasviste de moderado y el conservador no quiere serlo; el socialista actúa como nacionalista y el independentista pregona «en blau la verdadera»... Solo así es posible que, de cuando en cuando, las caretas caigan y podamos ver una Diputación que se desentiende no ya de la vida cultural y de uno de sus museos, sino de lo que es más grave: de la atención que merece la población más importante de la provincia, que es la capital, llamada Valencia.

¿Pero quién iba a decir sin disfraz «haré lo que esté en mi mano por desatender a Valencia»? ¿Quién abordará una campaña electoral prometiendo «dificultar la circulación cuanto pueda»? El intervencionismo público en los hospitales de gestión privada me dijo alguien, no hace mucho, que está muy bien escrito en el programa electoral socialista, pero reconozco que no tuve ocasión de verlo. Digamos que iba «disfrazado», semioculto, y no fue objeto de las preclaras palabras del presidente Puig aquellos días de campaña en que iba con ropaje socialdemócrata.

Disfraces, tematización, ocultación de intenciones y objetivos... A ver ¿cuántos quieren ponerse este traje de guardia? Debe dar gusto, sí, llevar ese abultado cinturón, tan bien pertrechado de bloc de multas, esposas y porra paralizante.

- Tengo también unas cuantas pieles de cordero, ideales para mesas redondas...

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios