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EL PANTALLAZO

CARLOS PAJUELO

Sábado, 3 de febrero 2018, 15:09

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Ha sido descubierto en sus más íntimos pensamientos. El Sr. Puigdemont envía cartas electrónicas- yo le llamo cartas algunos lo denominen pantallazos, porque el soporte no es el papel, es una pantalla que viene a ser el papel de hoy en día- donde confiesa el abandono, la traición que ha sufrido y se lo cuenta a alguien de su confianza, desde el primer momento, al Sr. Comín, que le acompaña en el exilio. Raro.

Ana Rosa Quintana, según algunos la «reina de las mañanas», ha conseguido lo que en periodismo se llama un «scoop» una primicia y ha alcanzado con ello un éxito que la resitúa como «reina» en noticias.

Dado que es un pantallazo se plantean hasta que punto esa difusión se considera legal y de eso se trata cuando el abogado que representa al independentismo, en el exilio dorado de Bruselas, reclama la privacidad.

Lo que es cierto, me alejo de un hecho que siendo privado o público ya se verá, es que en ocasiones somos ingenuos al creer que aquello que escribimos está solo dirigido a quien lo recibe, en el sentido de «solo para tus ojos».

La tecnología actual permite seguir el rastro a cualquier noticia; algunas aplicaciones han llegado a descubrir las rutas calientes de quienes corren y hasta pueden establecer el ritmo cardiaco y por donde corres.

De hecho, uno de los espacios teóricamente más protegidos de nuestra España- es el palacio de la Zarzuela y sus alrededores. Han sido descubiertas las rutas que algunos miembros de la Casa Real parecen haber utilizado y para ponerle la guinda a este pastel han sido descubiertas las rutas empleadas para entrenarse, en algunas bases secretas que están fuera de los ojos de los satélites.

Una delicia para los rompe secretos. Por eso yo me apresuro a no escribir nada en el autobús porque siempre hay uno o más ojos observando y clavando su ojo en la pantalla de tu móvil o IPad. Ese tipo que está a tu lado no es bizco, es que está mirando con el ojo derecho o izquierdo. No está bizco, pero si sigue así se quedará con el ojo cambiado. Así que ojo con lo que escribe en el bus.

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