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No soy un modelo de seguidor de club, esos 'pata negra' que renuevan su pase vaya bien o mal el equipo, aunque vean el fútbol desde la butaca más incómoda del mundo o aunque no haya ningún futbolista que les motive. Les alabo el gusto. Pero yo necesito alguna motivación extra. Me exilié de Mestalla tras sufrir durante tres años a esos aficionados que insultaban a un jugador porque sí y al segundo, tras una buena jugada, le declaraban su amor eterno. Los tuve muy cerca de mi asiento y me generaban el peor de mis sentimientos. Opté por ver los partidos por la televisión. Y como cada vez me aburrían más, muchos ni los seguía. Me enteraba del resultado y poco más. Me sentía mal por mi aislamiento. Lamentaba haber perdido ese cosquilleo que me producía ver al Valencia. Pero nada ni nadie me animaba. Echaba en falta a Aimar, a Villa, a Angloma, a Carboni, a Cañizares, a Albelda, a Penev, a Fernando, a gente que por su calidad, por su carácter o por su personalidad me hacían sentir a este equipo. Han sido unos años donde era difícil encontrar a un futbolista que sintiera la camiseta. Te sentías seguro cuando en la alineación titular formaban Ayala, Carboni y Albelda. Te podían ganar, pero sabías que nadie se burlaría del Valencia. Era un equipo respetado. Se te metían unas mariposas por el cuerpo con un túnel de Aimar o una delicatessen de Vicente. La cosa fue decayendo de tal manera que por momentos el Valencia se convertía en el hazmerreír de la España futbolística. Sólo aparecía en esos informativos que hablan del Real Madrid y Barcelona por situaciones extradeportivas. A golpe de bofetón, Lim y sus hombres han ido aprendiendo y devolviendo al Valencia a su sitio. Además, han ido apareciendo futbolistas que volvían a ser merecedores de llevar el escudo. Y de repente empezó a sonar un nombre en chino. Hablaban de un imberbe surcoreano que iba a ser el nuevo Messi. Al principio reniegas de esa comparación porque en estos últimos años han aparecido muchísimos 'hijos' del argentino que han acabado en primos lejanos. Pero la cosa iba en serio con Kangin Lee. El Valencia ha estado rápido y ha blindado al chaval, que se entrenará a las órdenes de Marcelino y jugará con el Mestalla, hasta que la temporada que viene se convierta en futbolista de pleno derecho del primer equipo. Es verlo salir al campo y sabes que es diferente. Se pegó tres carreras por la banda y abría la boca porque le faltaba el aire. Pero eso no le impidió hacer un regate de crack pegadito a la cal y marcar un gol. «Te cosetes», que diría Roberto Gil. Y estuvo un poco tímido en una falta al borde del área perfecta para su zurda. Se dejó caer por allí haciéndose el despistado pero Parejo tiró de galones. Me motivan estos futbolistas. Vuelvo a ilusionarme. Llámenme chaquetero.

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