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El pagafantas

Sánchez es ahora mismo la aterrada criatura que ve al insistente pretendiente a punto de lanzarse al vacío por su amada

María José Pou

Valencia

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Sábado, 7 de septiembre 2019, 09:33

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La creatividad léxica del equipo de gurús del gobierno es proverbial. No contentos con el «gobierno de cooperación» que ofrecieron a Podemos en el comienzo de las negociaciones y que difería del clásico «gobierno de coalición» en que reducía los derechos pero no las obligaciones del socio menor, ahora promueven la «gobernanza» y la «participación potente», en palabras de Celáa.

La gobernanza no es el gobierno, aunque se defina como un modo adecuado de éste, ni la «participación potente» de Podemos en un futuro Ejecutivo con el PSOE es ser socio de gobierno sino quien lo apoya con entusiasmo pero sin acceso directo, es decir, el «pagafantas». El 'pagafantas' es el típico enamorado de una chica, que no se come una rosca porque ella lo considera un gran amigo. Y punto. De ahí no pasa. No es que esté mal; menos da una piedra. El problema es que él la contempla arrebolado con un halo de luz alrededor y ella solo tiene ojos para otro. Una situación terrible y frustrante para el aspirante e ignota para la protagonista.

En la extraña pareja en que se han convertido dos socios naturales como Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no hay reverencia personal del 'Niño de las Coletas' por el 'guapérrimo' presidente en funciones, sino ansias por tocar poder. Es todo lo que quiere catar. Tampoco hay inquina personal entre ambos sino prevención ante la catástrofe. Ahora resulta que Sánchez tiene pánico a que Iglesias termine por decir que sí. Es como si la chiquilla, harta de que el 'pagafantas' se le declare, le conmine a tirarse en paracaídas para conseguir una cita con ella, pensando en que él, que tiene pánico a las alturas, no lo hará. Y el 'pagafantas' acaba convertido en el abanderado que desciende con la rojigualda en el Desfile de las Fuerzas Armadas. Sánchez es ahora mismo la aterrada criatura que ve al insistente pretendiente a punto de lanzarse al vacío por su amada, lo que le obligará a cumplir su palabra e integrarle en el gobierno.

Como lo ven venir, en el PSOE matizan una y otra vez el vocabulario para ir reduciendo la capacidad de decisión de sus socios. Creen que dejando sin sentido los términos, hará efecto la magia y rebajará la realidad. El objetivo es que no se note que «donde dije vicepresidencia digo ausencia». El paso de «coalición» a «cooperación» y de «gobierno» a «gobernanza» es mucho más que un matiz: No podrán mandar sino supervisar lo mandado. La oferta del PSOE ahora es que el pacto entre ambos consista en que Podemos vigile el pacto. ¿Cuál? El de permitirle vigilar. Acuerdan dejarle controlar lo acordado que es el control del acuerdo. Una tautología sin salida. La rompecorazones, para que el 'pagafantas' no se sienta mal, reconoce quererle como amigo, es decir, gobernanza sin gobierno o compañía sin derecho a roce. Cooperan pero no son una coalición amorosa. Y, a poder ser, sin frecuentarse demasiado, no sea que confunda sus sentimientos el chaval.

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