Secciones
Servicios
Destacamos
FERRAN BELDA
Lunes, 24 de septiembre 2018, 09:46
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Compartir
Pedro Sánchez va a tener que explicar muy bien por qué copió más que Ana Rosa Quintana en su debut como literata. Pero si me dieran a elegir en el pasado de qué miembro del Gobierno me gustaría que se profundizara más, yo me decantaría al instante por el de José L. Ábalos. Recurrir a un negro, citar sin atribuir o entrecomillar y/o engordar tesinas y tesis a base de fotocopias ha sido algo tan corriente entre nosotros que se doctoraron Rafael Blasco y Francisco Camps y de aquí no salió la noticia. A pesar, cabe recordar, de que sus respectivas tesis permanecen tan encriptadas como lo estuvo la de Pedro Sánchez hasta el otro día. El pasado de Ábalos Meco, en cambio, es como Rusia, según Chuchill: «un acertijo envuelto en un misterio, dentro de un enigma». Se sabe que aprovechó los años que permaneció en la delegación del Gobierno para alzarse con una administración de lotería. Es público, aunque no suficientemente notorio, que, más que trabajar después de jefe de gabinete de Miguel Doménech, lo que hizo en la Consejería de Servicios Sociales fue sacarse un máster en oenegés y fundar la que tantas satisfacciones personales y orgánicas le ha dado, Fiadelso. Como también es conocido que invirtió el tiempo que le tocó estar a continuación a la sopa boba -lista, en su caso- del grupo municipal en agenciarse la secretaría general de la agrupación capitalina. Más recientemente nos desayunamos con que la ONG de cuyo domicilio social era copropietario había recibido un total de 4,9 millones de euros en subvenciones, tanto del PSOE como del PP al que jamás censuró. Pero nada o muy poco se ha averiguado hasta ahora acerca de por qué, según las crónicas de la época, el responsable nacional de Renovadores por la Base José L. Balbás amenazó, insultó y chilló a cuantos delegados se resistieron a convertir a Ábalos en secretario general del PSPV en el congreso de Alicante. Y es una pena porque ahí hay mucho más que rascar que en el radiografiado currículum académico de Pedro Sánchez. No en vano Ábalos es una de las contadas personas a las que Balbás llamó repetidamente durante el complot que frustró el acceso de Rafael Simancas a la presidencia de la Comunidad de Madrid en 2003. Y, como no hará falta que les explique, Balbás fue el instigador, junto con un constructor y un abogado, de esta turbia maniobra que cambió la suerte de Esperanza Aguirre. De modo que si no pasamos las alegaciones que Ábalos presente a este respecto por un PlagScan, un Turnitin o un detector de mentiras de esos que están estrujando «la obra» de Sánchez siempre nos quedará la duda de si trató de disuadir a sus excamaradas mártires -el PSOE no salvó a ninguno- o les animó a dejar correr la vez. Ha hibernado tanto como opositor -Sus detractores orgánicos aseguran que sólo se despierta de cara los congresos del partido- que todo es posible.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.