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De la mano de Wiki

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Los estudios de presidentes del Gobierno antiguos hablan de un esfuerzo enorme, muchas veces combinado con trabajo práctico

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Jueves, 20 de septiembre 2018, 09:38

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Mientras sigue el más tedioso de los debates del año, me voy de biografías. De la mano de Wikipedia recorro vidas y estudios de algunos popes del país más inquietante y atractivo del mundo, la España de nuestros pecados. Y me entero, manda castañas, que don Práxedes Mateo Sagasta fue ingeniero de Caminos a los 24 años y se ocupó, casi de inmediato, de construir la carretera entre Zamora y Orense, que incluye el mítico paso de montaña de la Portilla del Padornelo y la Canda, una experiencia que bien llevada al cine sería tan apasionante como 'Horizontes Lejanos'.

¿Forja o no forja el carácter una aventura de esa clase en la España de sobresaltos de 1850? ¿Enseña lo que es la administración del Estado construir, con 27 años, el primer ferrocarril entre Valladolid y Burgos? Sagasta lo hizo antes de dar clases en la Escuela de Ayudantes de Obras Públicas.

Estudiar Caminos a mediados del siglo XIX era, intelectualmente, tan dificultoso como empezar la vida como fundador de revistas y periódicos, escribir hasta el amanecer a la luz de un quinqué de petróleo y esquivar acreedores hasta la quiebra. Cánovas del Castillo empezó así de mal, pero a los 26 años, licenciado en Derecho, ya había escrito una 'Historia de la Decadencia Española' que no se puede leer hoy en día sin sentir pasión por esta tierra. Cuando le pegaron un tiro en un balneario, era miembro de las cuatro academias básicas de la cultura española.

Maura fue a Madrid a estudiar Ciencias, pero cursó Derecho entre las bromas de los señoritos que se cachondeaban de su acento mallorquín. Pero fue diputado a los 26 y presidente del Gobierno cinco veces. Pero no les asombre la juventud: Eduardo Dato, otro presidente que terminó muerto a tiros, se había licenciado en Derecho Civil y Canónico con 21 años. El conde de Romanones, licenciado en Derecho a secas, hizo el doctorado en la universidad de Bolonia, la más prestigiosa en Leyes y la que en este siglo ha dado nombre a esos nuevos planes de estudio que piden posgrados, másteres y mandangas.

Esfuerzo y estudio. Y cientos de libros consultados. Debates y conferencias, artículos y ensayos. Hablar en público y saber seducir. Nada se regalaba: si se hacía un doctorado, siempre en una universidad distinta a la de licenciatura. Las vidas de estos personajes remiten al afán de aprender mucho y de todo. Como Manuel Azaña, que fue llamado «el devorador de libros» antes de obtener sobresaliente en la carrera de Derecho que cursó en Zaragoza. El doctorado que hizo en Madrid llevaba por título 'La responsabilidad de las multitudes' y defendía la tesis de que los levantamientos populares siempre escondían un fondo reivindicativo que estaba por resolver. Todo eso... sin dejar de atender los problemas de una fábrica de ladrillos de su familia. Y a los 30 años, número 1 de la promoción de auxiliares de Registros y Notariado.

Es lo que hay. Mejor dicho, lo que había.

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