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Urgente Mueren una mujer y un hombre en Asturias arrastrados por el oleaje

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A María José Català la soltó ayer el grupo popular en la tribuna de Les Corts para defender la abstención a la proposición no de ley presentada por Compromís -y que contaba con el respaldo del PSPV, Podemos y Ciudadanos- en la que se insta a Francisco Camps a abandonar su cargo en el Consell Jurídic Consultiu. El cometido recordaba al de ese sargento al que un teniente le ordena que con su pelotón tiene que intentar tomar una posición enemiga en lo alto de una colina que está machacando sus líneas y que se sabe en inferioridad numérica, por lo que presume que va a una muerte segura. Su misión en el hemiciclo se asemejaba a la del torero que no está cuajando una buena temporada, que enlaza tardes grises con sonoros fracasos y que ante la que considera su última oportunidad de recobrar el tiempo perdido se va a recibir al toro a porta gayola, de rodillas y ante la puerta de toriles, con un par. Cara o cruz, el éxito o la enfermería. Pero el problema de poner en esa tesitura a una parlamentaria de reconocida solvencia y valorada incluso por sus oponentes es que igual va y sale bien parada del trance. Y eso es ni más ni menos lo que le ocurrió ayer a la exalcaldesa de Torrent y exconsellera de Educación, que teniendo que defender la honestidad de su partido en un momento tan delicado, en plena tormenta política y mediática por la confesión de Ricardo Costa en el juicio de Gürtel, superó la prueba con nota y evidenció las contradicciones de los partidos que gobiernan a los valencianos. Porque ¿cómo se atreve el PSPV a colocar en la diana a quien aún no está imputado por esta causa mientras mantiene en la Alcaldía de Alicante a un dirigente de su partido -Gabriel Echávarri- procesado por un presunto delito de prevaricación por el fraccionamiento de contratos? ¿O por qué no le pide Ximo Puig a su homóloga y buena amiga Susana Díaz, presidenta de Andalucía, que aplique el mismo rasero ético que ayer implantó Les Corts pero para los expresidentes socialistas Chaves y Griñán, acusados por el caso de los ERE? Las contradicciones de los que ayer respaldaron en la Cámara la proposición no de ley no resta un ápice de gravedad a los hechos que se juzgan en la Audiencia Nacional y que han destapado una red de corrupción en el seno del PP. Pero sí que sirven para hacer ver la nula autoridad moral de quienes ahora se presentan como jueces de la decencia política e igual mantienen a un procesado en el cargo, ¿verdad, PSPV?, que hablan del proetarra Otegi como «un hombre de paz», ¿verdad, Podemos?, o pactan con la antigua y corrupta Convergència, ¿verdad, Compromís? Y sirve igualmente para evidenciar lo que muchos ya sabíamos pero la dirección popular parece ignorar: que María José Català es capaz de tomar la colina y salir indemne.

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