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SON PETARDOS, ENSAYAN PARA LAS FALLAS

Técnicos de supermercados europeos se sobresaltan al oír estampidos mientras visitan una finca valenciana de cítricos cerca de una base de la OTAN

Vicente Lladró

Valencia

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Sábado, 25 de noviembre 2017, 10:20

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Imaginen la escena: una finca de cítricos cerca de Valencia y de una base militar. Técnicos y responsables de compras de cadenas de supermercados extranjeras recorrían de buena mañana la plantación, preguntaban aquí y allá, se comían alguna clementina 'easy to peel' (fácil de pelar), preguntaban si las naranjas ya estaban maduras... Cosas así.

Responsables de una firma exportadora atendían cumplidamente a los notables visitantes y procuraban explicarles todo lo que requerían, aclararles dudas, detallarles cualquier cuestión... Como es habitual. Este tipo de recorridos es frecuente, las firmas exportadoras invitan a las cadenas de supermercados para que los empleados que consideren puedan conocer la fruta in situ y valoren sus condiciones en el árbol. Son visitas en las que se entrelazan la cortesía, las relaciones públicas y también el interés técnico y económico, por supuesto.

Los técnicos de los supermercados se interesan por si este año hay más o menos cosecha, si madura antes o después, para cuándo podrán empezar campañas con tal o cual variedad, si el proceso de cultivo ha sido normal o se han presentado circunstancias adversas, si la lucha contra las plagas se efectúa con el máximo respeto al medio ambiente, si...

A todas estas cuestiones, que se repiten casi por igual, o de forma muy similar, van dando cumplidas respuestas y explicaciones los anfitriones, desde el punto de vista comercial y del agronómico.

En ocasiones, alguien se muestra especialmente interesado en conocer cosas más puntillosas y hasta sorprendentes. Por ejemplo llegan a preguntar si trabajan niños en las fincas, si se cuida que no se explote a las mujeres o si se emplea mano de obra inmigrante que pueda ser ilegal. Tal es así que más de una vez queda tentado alguien de responder con alguna fresca, diciendo algo así como «oiga, que esto es España, que estamos en Europa, como su país, que somos socios y nos regimos por las mismas pautas, pero qué se han creído con tan extrañas suspicacias..., además, ahí tienen las inspecciones y certificaciones de homologación...» Pero el sentido común y el interés comercial hacen que se elija el camino de la discreta diplomacia, contribuyendo a aclararlo todo y a deshacer cualquier entuerto.

Aquel día, entre naranjos, comenzó a levantarse cierta inquietud en el grupo de visitantes. Comentaban que se oían estampidos. Como si fueran tiros. Y aquella música, como de marcha militar. ¿Qué pasaba? Los técnicos anfitriones se dieron cuenta. La base militar estaba cerca. Uno de ellos propuso a otro: «Explícales que es una base de la OTAN, cuya sede está en Bruselas, y creo que hasta el mando supremo es belga». Pero el encargado de explicar dijo: «Tranquilos, que esto lo aclaro enseguida». Fue y les dijo: «Son petardos, es que ya están ensayando para las Fallas». Y los otros se quedaron la mar de complacidos. Hasta alguno aventuró que volvería por Fallas, que le gustan mucho.

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