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Urgente Bertín Osborne y Taburete, entre los artistas de los Conciertos de Viveros 2024

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Algunas veces, visto como se las gastan los diferentes gobiernos, uno se pregunta si la ciudadanía acabará lanzando una sonda al espacio sideral, financiada en plan crowdfunding, para pedir a los marcianos o cualquier otro ser de la galaxia que venga a rescatarnos. Estamos aquí, oiga, señor de Venus. Es probable que el venusiano tenga más capacidad de empatizar con la plebe que estas bandas que, por oleadas y cada cuatro años, ocupan despachos bajo la premisa de «gobernar para todos», si bien uno no sabe si ese «todos» engloba a «toda» la ciudadanía, la masa electora, o para «todos» los colegas de los nuevos gobernantes. Un par de ejemplos de estos días que nos brinda el Consell.

Alguien, desde las redes sociales de la Generalitat, envía un mensaje respecto al viaje de una comitiva empresarial a Canadá que el jefe del Consell encabezó. «Vamos a celebrar en primavera un gran encuentro de empresas canadienses y valencianas e incluso españolas en Valencia». Bueno. Esa distinción entre canadienses, valencianas y españolas tiene su aquel. Los estrategas de Compromís admiten que en la Comunitat el sentimiento identitario está bastante más cercano al de nuestros vecinos murcianos o manchegos que al de nuestros vecinos catalanes. Aquí se siente el personal valenciano y español, o directamente español y nada más, en un porcentaje superior al 85% de la población. ¿Desde qué visión se redacta un mensaje donde se distingue entre empresas canadienses, valencianas y españolas? Hasta ahora, en el CIS o en las encuestas de la Generalitat no consta que la relación con Canadá sea tan estrecha para los valencianos los sintamos como una misma cosa. Hasta ahí, todo claro. Sin embargo, la diferenciación respecto a las «empresas españolas» (que no «del resto del país», que podría ser una opción), denota la peculiar visión del que se dirige hacia la población que se informa sobre de la Generalitat a través de redes sociales. Mensajes para el 15%.

¿Y qué decir de ese responsable de la Conselleria de Cultura que desprecia la opinión de Plácido Domingo por ser «de fuera»? Es difícil alcanzar un mayor grado de catetismo, al margen del sectarismo. El tal Domingo, ese chisgarabís que no le ha empatado a nadie, discrepa (y ni eso, más bien advierte) de la política de la Generalitat en materia operística. Ser «de fuera» y criticar. Vaya tipo. Normal que Cultura decrete una «falta de interés» en su opinión. La de Falciani, o la de Baltasar Garzón, sí son un referente para el Consell, y no nacieron en Benifaió ninguno de los dos. Uno es de Montecarlo y el otro de Jaén, que para el Consell es lo mismo. Xe, «de fuera». Uno, «incluso» español, como esas empresas raras. Sí, «de fuera», pero de los nuestros, piensa este Consell de «todos».

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