
Los nuevos Herodes, eficaces y eficientes
SOR AURORA GALLEGO
DIRECTORA DE LA CASA CUNA SANTA ISABEL
Sábado, 28 de diciembre 2019, 09:36
Secciones
Servicios
Destacamos
SOR AURORA GALLEGO
DIRECTORA DE LA CASA CUNA SANTA ISABEL
Sábado, 28 de diciembre 2019, 09:36
Hace sólo unas semanas publicó el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social las cifras oficiales del aborto en España en el año 2018. La Administración, utilizando el lenguaje como medio para camuflar la realidad de las cosas, llama a estas intervenciones «interrupción voluntaria del embarazo», pero sabemos que estos eufemismos cada vez engañan a menos gente, especialmente a quienes no tiene miedo a mirar la realidad tal como es y a conocer la verdad, aunque a veces pueda ser muy dura, triste y desagradable. Tenemos que recordar que son «cifras oficiales», es decir, no es el número total de abortos practicados en España durante 2018, sino solo el número de los recontados oficialmente. Para llegar al número total de abortos, que supera seguro con creces la cifra 'oficial' de más de 95.000 realizados en centros públicos o privados, habría que añadir todos aquellos no practicados en centros acreditados y, sobre todo, aquellos realizados por medios químicos y no quirúrgicos (fundamentalmente a través de la píldora del día después, que en un elevado porcentaje provoca abortos al actuar cuando ya se ha producido la fecundación, y por tanto ya existe una vida humana).
Los más de 95.000 abortos realizados suponen la eliminación de más de 95.000 vidas inocentes e indefensas, cuyo único 'delito' ha sido ser concebidos e iniciar su camino hacia el nacimiento, como tú, lector, y yo en su día. De esas muertes hay algunas que suponen una mayor alarma, por lo que representan, no por su intrínseca injusticia y gravedad, que es igual en todos los casos. Me refiero, principalmente, a tres datos desgarradores: a) casi el 37% de los abortos se han realizado en madres que ya habían abortado al menos una vez (de ellos casi el 13% con más de 2 abortos); b) se han practicado 9.828 abortos en mujeres de menos de 20 años, de los cuales 310 han sido en niñas de menos de 15 años; c) se han realizado 148 abortos de niños de 23 semanas o más. Hay que recordar, para señalar una vez más la terrible injusticia del aborto, sea «legalizado» por supuestos o por plazos, el caso de Salvador, un niño nacido en Madrid, con 24 semanas de gestación y 500 gramos de peso. Hace unos días ha abandonado la UCI del hospital Gregorio Marañón, y ahora sigue su proceso en una planta de cuidados intermedios. Un triunfo de la vida frente a tantas amargas victorias de la cultura de la muerte.
No tenemos más remedio que reconocer, con tristeza y decepción, que los nuevos Herodes son, en lo suyo, muy eficaces y eficientes. Son expertos, después de tantos años de suculento negocio. La eficacia, según el Diccionario de la Lengua Española, es la capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera; es decir, no fallan. Quieren eliminar una vida naciente, y lo consiguen. Lo disfrazan, dicen que no es una vida, que es un grupo de células, que..., al final excusas, pero el hecho es el hecho. Son también muy eficientes, pues la eficiencia es la capacidad de disponer de alguien o de algo para conseguir un efecto determinado, según el diccionario. Así lo hacen, ponen todos los medios a su disposición para conseguir el fin. En eso radica su negocio, optimizan los medios para aumentar la cuenta de resultados. Son eficaces -consiguen su objetivo- a través de la eficiencia -orientando todos sus medios a la consecución el efecto buscado-.
Ante estas cifras sangrantes, nunca más desgraciadamente ajustado el término, la mayoría de la sociedad calla; la inmensa mayoría de los medios de comunicación mira hacia otros lado, casi la totalidad de los políticos se muestra indiferente, y el Tribunal Constitucional sigue inactivo. 95.000 vidas humanas eliminadas, 95.000 abortos, que suponen una tasa de 11,12 por cada 1000 mujeres, tasa que no deja de subir desde 2014, y que se mantiene más o menos estable en la última década.
Frente a tanto silencio e inacción, especialmente de las Administraciones y de las instituciones del Estado, es llamativa la implicación, casi hasta extremos incomprensibles, a favor de una causa como la de la protección del medio ambiente y el cambio climático, urgente y necesaria, pero que no tiene la injusticia y la gravedad antropológica del aborto, que atenta directa y deliberadamente contra la vida humana no nacida.
Claro que debemos cuidar y proteger la casa común. En esto es pionera la Iglesia, experta en humanidad, desde San Francisco hasta el Papa Francisco, pasando por sus predecesores San Juan Pablo II y Benedicto XVI, y contando con la Doctrina Social de la Iglesia. Es necesaria una ecología integral, auténtica ecología humana, pues no tiene sentido protestar contra el maltrato a la tierra y los animales si no protestamos, con más fuerza y razón, contra el maltrato, persecución y eliminación de toda vida humana, desde su concepción hasta su muerte natural. Cuidemos la tierra y los océanos, a las crías de lince, a los lobos y los nidos de águila, protejamos a las ballenas y toros, pero no odiemos al ser humano, no permitamos su eliminación indiscriminada.
Las Religiosas Siervas de la Pasión, siguiendo el ejemplo de nuestra fundadora, la Venerable Madre Teresa Gallifa, y todo el movimiento provida, nos ofrecemos a seguir trabajando para proteger toda vida humana.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Siete años de un Renzo Piano enredado
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.