Nueva normalidad electoral
ARSÉNICO POR DIVERSIÓN ·
Si en cualquier convocatoria electoral hay más factores que las preferencias personales para entender el resultado, en esta ocasión se une la peculiaridad de votar en plena pandemia. Es cierto que no estamos en estado de alarma, pero sí en alerta particular. La alerta por los rebrotes. Muchos de ellos no se deben solo a la coincidencia de gente en un lugar sino a su comportamiento en ese espacio. Las juergas de Magaluf no prometen nada bueno pero algunos cumpleaños, cenas de 'no sanfermines' o velatorios, tampoco. Estamos viendo que no hace falta caer en los desmanes alcohólicos para provocar el contagio. Basta con trabajar en una misma empresa y compartir el mechero en el descanso, sin controlar el lavado de manos, o con acudir a una fiesta familiar y pensar que los conocidos no pueden portar el virus.
Las colas en los colegios electorales de Galicia y el País Vasco nos muestran una imagen que puede confundir: no hay más gente, hay más controles. Recuerda a aquel polémico vídeo de una salida de Valencia un viernes por la tarde. Estábamos en pleno confinamiento y, por tanto, la lectura fácil era el comportamiento incívico de algunos que pretendían irse de fin de semana cuando los demás seguíamos sin salir de casa. No era tal. Era la misma salida con el embotellamiento producido por el control de las Fuerzas de Seguridad. Aquí sucede algo similar. No hay más gente queriendo votar sino más tiempo de espera para entrar con medidas de seguridad al colegio electoral. Tendremos que acostumbrarnos a las colas en el futuro. Ya lo estamos haciendo sin apenas darnos cuenta en los supermercados o en el banco. Son tiempos de paciencia. La misma que tendremos que aplicar para cualquier actividad en la que estén involucrados los demás: ir a la playa, acudir al cine o visitar un museo. Paciencia, antes o después entraremos.
Ante ese panorama, las consecuencias del voto o de cualquier iniciativa que se ponga en marcha se verán condicionadas por los nuevos ritmos. No sé si es nueva normalidad, pero sí es un nuevo 'tempo'. Todo adquiere una cadencia distinta a la que debemos acostumbrarnos. Y esas pautas pueden animar a algunos a votar por correo, a votar en horas no habituales o sencillamente a no votar. Por eso los resultados de estas elecciones pueden distraer a los partidos y sus líderes. Ahora bien, es el marco en el que nos vamos a mover en las próximas elecciones, se celebren cuando se celebren. Todas van a estar marcadas por geles, mascarillas e incluso grupos que no puedan acudir. Es la nueva normalidad electoral.