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LO NATURAL CONVERTIDO EN SUCESO

PEDRO TOLEDANO

Martes, 14 de mayo 2019, 08:02

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Vaya por delante que en la última semana han sucedido cosas en el ruedo bravo del toreo que son tremendamente negativas para el objetivo que persiguen los anti. Por el contrario, la lógica se impone en el mundo del toro, todo ha sido extraordinariamente positivo para profesionales, aficionados y amantes del arte de la Lidia. Ha sido así, porque se han producido manifestaciones artísticas de gran calado. La más sonada en la Real Maestranza de Sevilla, el pasado viernes. El principal protagonista, el novel espada Pablo Aguado, también sus replicantes los consagrados Morante y Roca Rey, que generaron una onda expansiva capaz de derribar barreras tan demagógicas, y tan frágiles, como las que intentan imponer desde la política o por intereses espurios, vulgo animalistas, quienes provocan que haya más perros que niños en los parques de ocio.

¿Pero que es lo que pasó en Sevilla el pasado viernes? Algo parecido a lo acontecido en el coso de la calle de Xàtiva en la novillada del sábado, aunque en este caso todavía en proceso embrionario. En ambos casos dos toreros jóvenes escasamente conocidos, convirtieron en suceso lecciones de toreo expresadas con sincera naturalidad. Pablo Aguado, todavía con una corta carrera como espada de alternativa, deshizo en el coso maestrante el nudo de lo complejo con inusitada sencillez. Lo del sábado en Valencia lo protagonizó el todavía alumno de segundo grado de Tauromaquia -novillero con picadores-, Borja Collado, dejando rasgos de valor artístico y disposición. Si lo de Aguado, trasciende fronteras, lo del chico valenciano, de momento nos llena de ilusión.

Las tauromaquias medidas, ajustadas y bellas, sencillas o barrocas, apasionadas o apasionantes, son expresiones de un arte único que cuando, como en los casos comentados, quede claro que cada uno en su justa medida, brotan con estruendo, hacen que el gozo de quienes las contemplan, sea inmenso. Y eso es lo que mantiene viva esta maravillosa tradición y el interés de los cientos de miles de aficionados que la sostienen, y que una escasa tribu de falsos progres indocumentados no podrá llevarse por delante este arte centenario ni sus importantes consecuencias económicas, sociales y culturales.

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