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MONTAÑA RUSA HIPOTECARIA

MAREA BAJA ·

Álvaro Mohorte

Valencia

Domingo, 21 de octubre 2018, 08:46

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La alegría saltó los plomos de la verbena. Con todo el montaje de farolillos recién colgado, los caballitos rodando y la noria pegando vueltas, un chispazo antecedió al fin de la fiesta. Un coro de voces entonó la decepción el pasado viernes cuando el presidente de la Sala Tercera del Contenciosos Administrativo de la Audiencia Nacional, el juez Luis María Díez-Picazo, gritó «pies quietos» y tuvo que detenerse la avalancha de hipotecados que corrían a demandar la devolución del impuesto de Actos Jurídicos Documentados, que pasaba a establecerse como obligación para los bancos y no para los firmantes del préstamo.

Como los pasajeros de una montaña rusa, los 'paganinis' de esta carga fiscal han pasado en los últimos meses de tener una sentencia que les garantizaba la devolución del dinero abonado y que apoquinen por él las entidades con las que se contrató a recibir un chorro de agua fría, cuando el Tribunal Supremo corrigió esa decisión inicial hace cerca de un año.

En esta ducha escocesa, el miércoles el chorro de agua caliente se sintió al conocerse que el alto tribunal corregía esa afirmación y abría la puerta a reclamar a los actuales hipotecados y a un buen número de los que ya habían terminado de serlo. Pero otra vez pasó a fría la ducha en 24 horas, al desdecirse el tribunal y paralizar 'de facto' la aplicación del fallo y, con ello, las esperanzas de medio millón de valencianos que, sin forzar las condiciones, ya se veían con su dinero en la mano.

Así corría en las redes el lamento de que «la banca siempre gana», mientras se compartía cómo las acciones de las entidades en Bolsa pegaban la vuelta y cerraban la semana con subidas tras el descalabro de 5.000 millones de euros en capitalización bursátil que experimentaron en el parqué desde que se supo que les tocaba rascarse el bolsillo.

La judicatura no se debe doblar a las presiones de nadie... ni tampoco parecerlo. Primero, porque es ilegal y, segundo, porque es un fallo de urbanidad de los gordos en los que se compromete la honorabilidad de uno de los poderes del Estado con más decisiones irreparables.

Tampoco quita gravedad ni daño a la reputación de la Justicia española el hecho de que el magistrado Díez-Picazo se excuse alegando que no fue informado por el tribunal de la tremenda sentencia y que supo de ella «por la prensa» dos días después de que se fallara.

¿Qué pasa ahora? Pues que toca esperar a que el pleno de la institución se ponga de acuerdo sobre qué se puede hacer. Pero ojo: si se firmó la hipoteca la segunda quincena de septiembre de 2014, no hay que esperar, ya que la prescripción es inminente, y hay que plantarse en Hacienda para que quede constancia de la reclamación. Ya para los que firmen su hipoteca el lunes: el banco decide... hasta nueva orden.

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