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MITOS Y LEYENDAS DEL DERBI (II)

MITOS Y LEYENDAS DEL DERBI (II)

La historia de la relación entre Valencia y Levante está adornada por infinidad de tópicos que conviene revisar

JOSÉ RICARDO MARCH

Lunes, 16 de diciembre 2019, 07:44

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El Levante era un club esencialmente proletario. El club de los oprimidos. Falso. Es innegable que una parte de la base social del Levante era de extracción obrera, como también lo era la del Valencia. Incluso el Gimnástico presumía de ello, aunque con matices (en 1926 explicaba que entre sus 1750 socios había «algunos de clase obrera que no tiene (sic) ideas avanzadas ni contrarias al Régimen»). Sin embargo, tomar la parte por el todo desdibuja la historia del Levante y borra a un llamativo porcentaje de sus socios y benefactores. Entre los aficionados levantinistas se hallaba, por ejemplo, parte de la familia Casanova (a los que, por cierto, la defección de Luis, posterior presidente del Valencia, no sentó nada bien), conocida por su ideología conservadora y su desahogada situación económica. En cuanto a las élites del club, si se repasa el listado de mandatarios levantinistas hasta 1939, resulta evidente la pertenencia de la mayor parte de ellos a las clases acomodadas. Pongamos un ejemplo: Rafael Valls, presidente del Levante en 1934 y posteriormente de la UDLG en 1939, era un importante empresario químico de ideas políticamente moderadas. Respecto a los directivos rectores del Levante con posterioridad a la fusión, se observa una predominancia de la rama gimnastiquista, que tiene como último representante al actual presidente, Quico Catalán.

6. El Levante fue represaliado tras la guerra; el Valencia, premiado. Falso. Es cierto que el moderno Levante surgió en 1939 tras la fusión entre el Levante marítimo y el Gimnástico ciudadano, maniobra derivada de una imposición política, la de la Falange, que buscaba obtener un vehículo deportivo en Valencia. Es preciso señalar que el Movimiento intentó primero una operación parecida con el Valencia, pero que Alfredo Giménez Buesa, antiguo directivo blanco, se adelantó y situó al club de Mestalla en la órbita del ejército, un inteligente paso que le permitió, por ejemplo, reconstruir con celeridad y sin prácticamente coste su estadio. En el ámbito levantinista no se quiso o no se pudo aprovechar una coyuntura que, por la orientación del fútbol del primer franquismo y el origen gimnastiquista de la entidad, le beneficiaba. El presidente federativo, Antonio Cotanda, hizo todo lo posible por conseguir que la UDLG jugara en Primera, pero no pudo lograrlo puesto que el club carecía de argumentos deportivos para hacerse merecedor de una plaza en la máxima categoría.

En cuanto a las represalias políticas posteriores a la guerra, conviene recordar que el presidente del Valencia, Josep Rodríguez Tortajada, y el vicepresidente, Julio Balanzá, fueron encarcelados y apartados de la vida pública, como también ocurrió con dos de los directivos más destacados del club, Manuel Sala y José Cano Coloma (a los que acabaría recuperando, pasada su inhabilitación para ocupar cargos, Luis Casanova). Tanto los presidentes del Levante y el Gimnástico durante la guerra, Tomás Carsí y Enrique Cervelló, como la mayor parte de directivos de ambos clubes durante la guerra figuran como socios fundadores de la UDLG en agosto de 1939. Además, Amador Sanchis, alfa y omega del gimnastiquismo, fue promocionado en 1940 a la presidencia de la Federación Valenciana de Fútbol en detrimento de Cotanda, valencianista confeso.

7. El Levante representa la autenticidad y la pureza en contraposición con el Valencia. Falso. Este tópico nació en los años veinte cuando el gimnastiquismo trató de contrarrestar la profesionalización del Valencia y su crecimiento deportivo y social. Los propagandistas del Gimnástico repetían machaconamente la idea de que el Valencia era un club vendido y corrupto que pagaba salarios a sus jugadores, en contraposición con el Gimnástico, que hundía sus raíces en el fútbol aficionado, el único genuino según su modo de ver (aunque, todo sea dicho, acabaría recurriendo a un profesionalismo encubierto). Los argumentos de la autenticidad y el decanato se convirtieron en las armas que blandió el gimnastiquismo cuando perdió la batalla deportiva con el Valencia. En la actualidad el magnífico trabajo desplegado por las áreas de mercadotecnia y comunicación del Levante (que retoma, en cierto modo, el viejo discurso gimnastiquista) no puede hacer olvidar que su club, como sociedad anónima deportiva que es, no puede hacer gala de una autenticidad mayor que la del Valencia, por mucho -mal que nos pese- que el accionista mayoritario de la entidad de Mestalla sea un broker de Singapur.

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