Borrar

EL MISTERIO DEL CINE DESAPARECIDO

Una vieja cartelera de mano indica que el Góngora estaba en la calle María Cristina. Varios expertos en la historia de Valencia, lo niegan

RAFA MARÍ

Lunes, 3 de diciembre 2018, 09:38

En el metro. Las nueve de la noche. Regresaba a casa en Metro, tras asistir en Wayco a la presentación de 'Sombras en la caverna', recopilación de artículos de Javier Sarti, excelente escritor que en sus novelas ('La memoria inútil', 'El estruendo', 'Piranesi construido') imagina para sus personajes, incluso para los que detesta (fascistas, racistas, estalinistas, machistas), las mejores razones que puede aportar desde una discrepancia de fondo. Así es cómo una novela coge vuelo. El maniqueísmo feroz y las ridiculizaciones tópicas son recursos de malos artistas.

Mensaje intimidatorio. Estaba yo, decía, en un vagón del Metro, camino de Mislata. Por el altavoz escuché otra vez el machacón aviso de la empresa pública: «MetroValencia le recuerda que viajar sin un título validado de transporte supone un suplemento de 100 euros». Pensé: «Puesto que la ignorancia de la ley no excusa de su cumplimiento, ¿a qué se debe ese obsesivo recordatorio que nos convierte a todos los pasajeros en sospechosos de un posible fraude? Bastaría con poner un letrerito en cada vagón, evitando así castigar a los pasajeros cada pocos minutos con palabras grabadas que, quieras o no, tienen un tono amenazante».

'Pepe'. Desconecté de la realidad y me refugié en mi mundo. Recordé que en el bolso-bandolera llevaba las carteleras de cine que días atrás me había regalado mi amigo Paco Alcantud. Las repasé con cariño. Uno reconstruye parte del pasado con esas carteleras (películas olvidadas, imágenes, frases publicitarias de otros tiempos, horarios que hoy nos resultan extraños...). Le llegó el turno a 'Pepe' (George Sidney, 1960), protagonizada por Cantinflas. Leí el reverso de la cartelera: «La empresa del cine Góngora (calle María Cristina, 6. VALENCIA, 1, España) presenta al gran Cantinflas en las próximas Fiestas Navideñas. 'Pepe' será el regocijo de pequeños y mayores».

Julio Cob. ¿El cine Góngora y en la calle María Cristina de Valencia? ¿Existió ese cine? Se lo pregunto al día siguiente a Julio Cob, autor de 'La Valencia en blanco y negro' y gran experto en la historia de la ciudad. Su respuesta, contundente: «No tengo noticia del cine Góngora. La guía de Valencia de la editorial Almax, donde aparecen espectáculos de todo tipo en aquellos años, no la cita. En la calle María Cristina nunca ha habido cine alguno». Busco también en el libro 'Cines olvidados. Valencia, periferia y pedanías', de Severiano Iglesias Tortosa, y en el imprescindible 'El libro de los cines de Valencia', de Miguel Tejedor. En ninguno de ellos se da noticia del cine Góngora en Valencia.

Llorens y Uris. En 1985, Antonio Llorens y Pedro Uris rodaron el corto 'El misteri del cines desapareguts'. Se referían, con añoranza, a los cines de barrio convertidos en garajes, almacenes o edificios de viviendas (Mundial, Ideal, Iberia...). El caso del Góngora de la calle María Cristina de Valencia es distinto: no es que su solar se haya convertido en una entidad bancaria o un bingo, es que no hay noticia, ni siquiera entre los eruditos, de que tal cine haya existido. El Góngora valenciano es el cine fantasma del que no hay memoria alguna.

Un teatro. Julio Cob apunta una plausible explicación: «Hubo un cine Góngora en Córdoba. Ahora es un teatro». Deduzco que al imprimir el reverso de la cartelera se equivocaron. Pusieron 'Valencia' donde correspondía poner 'Córdoba'. Luis de Góngora nació y murió en Córdoba (1561-1627: «De pura honestidad templo sagrado,/ cuyo bello cimiento y gentil muro,/ de blanco nácar y alabastro duro/ fue por divina mano fabricado»). Un cine llamado 'Góngora' tiene más lógica en Córdoba que en Valencia.

En casa. Al llegar a casa me asomé al ordenador. Quise saber cómo había quedado el desempate del campeonato mundial de ajedrez entre Carlsen y Caruana. 3-0 a favor de Carlsen. Fue innecesario disputar la cuarta de las semi-rápidas.

Belleza humana. Carlsen, de nuevo extraordinario, dejó de jugar como una aburrida máquina para hacerlo como un humano con la bella creatividad que nace del riesgo. Caruana aguantó esforzadamente el desmelenado talento de un joven genio llamado Magnus, «por divina mano fabricado».

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias EL MISTERIO DEL CINE DESAPARECIDO