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Solo un conejo que se saque de la chistera en el último momento podría salvar la situación. El plazo se agota sin que parezca que vayamos a tener la estabilidad que requiere el Gobierno de España. Aunque todo apunta que ni martes ni jueves tendremos presidente tampoco olvidemos que vivimos en el país donde todo se desatasca en el último minuto y se olvida lo anterior. Aquí solo cuenta la última jugada. Es nuestra particular visión de la vida, un VAR político que al menos vale para añadirle emoción a la cosa. Que con estos calores, tampoco está mal.

Mientras media humanidad anda entretenida con la aplicación FaceApp que nos nuestra cómo seremos de viejos, sus señorías soportan el mercurio estival mientras viven su personal día de la marmota. Hay melones abiertos en tantos sitios sin que se avance con ninguno -véase la Rioja, Madrid, Navarra, Aragón- que el país entero es un gran melonar. Y todo bloqueado gracias a los egos y personalismos de quienes parecen haber olvidado que la única razón de la política es el servicio público y el interés general. La vendetta parece imponerse estos días. Ahora se lleva el ojo por ojo y diente por diente en declaraciones y gestos. Igual se deberían evaluar los niveles de contaminación pero también de hormonas. En política no todo vale ni mucho menos.

Una cosa buena tiene la aplicación del gadget ruso de moda, y no es otra que ver la verdadera cara de los protagonistas del espectáculo. Iglesias ya nos ha dejado claro que su interés no es el proyecto programático sino el reparto de los sillones, incluido el control de los medios de comunicación públicos. Sánchez mientras tanto dinamita los puentes porque no se fía de él y le molesta que la izquierda pueda tener otra figura de referencia que no sea la suya. Estamos ante una bufonada llena de términos confusos entre gobierno de colaboración, cooperación o coalición, pero que se les puede ir de las manos. En caso que el enroque de ambos nos lleve a elecciones en noviembre ¿habrán demostrado su inutilidad como gestores políticos? ¿Es compatible dirigir una nación careciendo de capacidad negociadora, generosidad o altura de miras? En Ciudadanos, PP y Vox ya han tomado nota del desgaste que pueden sufrir los dos contendientes y por si acaso, ya llevan tiempo de perfil.

Dar un paso al frente que pueda sonar a reprimenda, critica, divergencia o venganza puede no ser lo más acertado en esta época especialmente embroncada. Desde que se supiera la cena montada por Pedro Agramunt y otros antiguos líderes del PP valenciano, no son pocos los que se han ido dando de baja de la convocatoria. Formar parte de un grupo sobre el que recae la etiqueta de buscar la destitución de Isabel Bonig, no debería ser censurable (en su derecho están) pero puede ser poco oportuno. Igual, en contra de lo que parece, a Casado podría no interesarle abrir otro melón. O sí.

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