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Urgente Aemet alerta de un bruso cambio de tiempo esta tarde en Valencia

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Timoratos y cortoplacistas, los partidos políticos nos escamotean la verdad porque saben el dolor que padeceríamos y este se convirtiría en una importante merma de votos. Pero nos tienen más o menos engañados y no se atreven a confirmar lo que llegará en el futuro; esto es, que nos van a estafar con las pensiones y, salvo que nos busquemos la vida, recibiremos una auténtica porquería. De todas formas, es cierto que no nos gustan las malas noticias. La sinceridad no se premia en la carrera política y nos encanta comprar los mensajes de ilusión. Nos hemos convertido en una muchedumbre que palpita con las emociones de baratillo y las sensiblerías bobas. El sentimentalismo suplanta la reflexión. Los que hemos nacido entre los 60 y los 70, aquella explosión de natalidad, cosecharemos migajas a fin de mes después de haber cotizado varias décadas. Nos van a estafar y me temo, o eso espero, que nos rebelaremos. Somos la primera generación que creció en la opulencia nutritiva de lácteos, filetes de ternera y chocolate para merendar. Nos llevaban a la playa o al monte. Incluso se viajaba algo en plan familia Cebolleta. Y el chaletito con piscina y paella. Nos mimaron, nos sobreprotegieron con el grito materno de «coge la rebequita que luego refresca...». Y nos operaban de las amígdalas, apendicitis o fimosis. Y plantillas para los pies planos y aquellas primeras, rudimentarias ortodoncias. No sufrimos rigores de posguerra ni tristezas de dictaduras. Democracia, movida musical y anfetas para alargar las noches de juerga. Toma toma y dale dale. No estamos preparados, pues, para la austeridad que se avecinará durante nuestro invierno de jubilación. Ayer se manifestaron miles de mayores quejándose por su magra paga. La nuestra no alcanzará ni la mitad. Pero seremos una masa y nos rebelaremos. O eso espero.

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