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JOSÉ MARTÍ
Martes, 18 de diciembre 2018, 08:40
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La excesiva y abultada goleada recibida por los granotas el domingo debería llevar a la reflexión. No tanto por la derrota en sí, en un partido ante el mejor del mundo que se da por perdido al principio de temporada, sino por cómo sucedió. Era un encuentro de puerta grande o enfermería. Cara o cruz. Y al final nos cayó una manita con un Messi estelar. Es lo que tiene acercarse mucho al toro. Acabas malherido con cinco dolorosas cornadas. Se ha hablado y escrito mucho sobre tan amplia derrota, pese al buen juego granota. No seremos redundantes. Tan solo apuntar cuatro claras diferencias respecto a lo sucedido hace medio año (5-4): esta vez el equipo culé salió a darlo todo hasta el último minuto sin ninguna confianza, jugaba Messi con ganas de correr, no estaba Yerry Mina atrás y, sobre todo, el esquema de Paco López fue distinto al empleado entonces con una defensa más protegida (4-4-2) y la presencia de un destructor en el medio campo como Lerma. El actual 3-5-2 de buen toque y velocidad resulta arriesgado y vulnerable atrás. Lo vemos en cada jornada. Y más contra el letal conjunto de Valverde. El Levante tiene mucha calidad pero contra el Barcelona cualquier pérdida cerca del área equivale a suicidio. Es lo que tiene intentar jugar siempre el balón y no dar pelotazo. No se puede plantear igual un choque frente a la Real Sociedad que contra el equipo de Messi, Busquets y Piqué. Para los granotas, el dominio y las ocasiones; para los culés, los goles. Uno detrás de otro. Como en las películas de acción, sin saber cómo ni de dónde te ha venido la bala, de pronto te palpas la camisa y está llena de sangre. Te han disparado cinco veces, vas a morir y ni siquiera te has enterado. Es lo que tiene no protegerse con chaleco antibalas. La fragilidad defensiva, con solo tres centrales atrás, genera debate sobre el esquema y resurgen las dudas sobre su viabilidad. «¡Queremos diversión!», claman aquellos que parecen olvidar que este mismo entrenador logró con defensa de cuatro los mejores números de la historia granota en Primera en el último tercio de la liga pasada desplegando alegría. Paco, huyendo del antifútbol efectivo de Bordalás, puede caer en el riesgo de sacrificarlo todo por el espectáculo, cambiar de apellido y terminar convirtiéndose en Jémez.
Toca pasar página y olvidarse de la manita del Barça por unos días hasta la Copa. Cada partido tiene su afán. Como cada día. Y el nuestro ahora es Vallecas, campo pequeño donde no se puede volver a caer en los mismos errores que en Huesca y Eibar. López, siempre autocrítico, anda dándole vueltas a todo, replanteándose el dibujo táctico, para intentar sacar tres puntos vitales y fijar las aspiraciones de futuro en el último partido del año. Sería un gran colofón para cerrar 2018. Sí.
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