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Huelen los domingos a una suerte de resaca mediana y mohosa bañada por la modorra de un día enmarcado en franjas horarias más o menos flexibles. El domingo es el conato del bricolaje que nunca prospera, la esponja del que abrillanta su coche en mitad de un descampado festoneado de charcos, el cónclave familiar impuesto por una celebración que te importa un bledo. Prefiero el lunes, por fastidiar y porque al menos sé a qué atenerme. El domingo para los domingueros. Pero ahora mismo espero con cierta electricidad corporal el momento de mañana domingo para observar los resultados que lleva LAS PROVINCIAS en su encuesta municipal. Necesito comprobar si nuestra encuesta sintoniza con la del CIS. Me recorre el morbo de mala manera. De acuerdo, las encuestas son encuestas y nunca se sabe, pero como las últimas afinaron bastante nos atrapa de repente, otra vez, el runrún que no es sino el ronco murmullo de lo desconocido. No parece, desde luego, que Ribó y Compromis se dirijan hacia el descalabro como se podía entender. Rita Barberá arrasaba en Valencia no hace tanto tiempo y de repente no sólo las izquierdas conquistaron el consistorio, sino que pueden repetir. El personal ya no se muestra tan dispuesto al voto cautivo y la corrupción de unas siglas tardará en olvidarse. El centro derecha (Ciudadanos) y la derechísima (Vox) pesca en el antaño abundante caladero pepero. ¿Funcionará en este caso el miedo a la izquierda del carril bici que pueda favorecer al PP? Ni idea. La encuesta del hasta hace poco denostado CIS no apunta esa posibilidad. De ahí que mi alma aguarde ansiosa la encuesta de LP. Si los datos aportados por este periódico coinciden con el CIS me veo recuperando la bici de mi abuelo porque la ciudad mutará en un interminable carril ciclista. Por fin un domingo con sentido...

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