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LOCO BAJITO

JOSÉ MARTÍ

Martes, 8 de octubre 2019, 09:26

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Los porteros están locos. Mucho o poco, pero locos. Incluso Aitor, el del Levante. No se fíen de ese aspecto inocente, de no haber roto un plato en su vida, con ese aire distraído estilo Shaggy, el personaje adormilado de Scooby-Doo, porque cuando menos te lo esperas, pam, te saca no se sabe cómo una mano milagrosa o un pie salvador y te arregla el partido. Que no les engañe su físico enclenque y bajito porque sus enormes reflejos le hacen un gigante que da vida al Levante, salvando puntos en cada jornada. Es quien más para de la Liga (34 paradas en 8 partidos, a una media de 4,6 por encuentro). Un portero de garantías como este vasco es clave para cualquier alineación bien empezada. Los cancerberos, tipos más bien solitarios, acostumbrados a digerir los fracasos, suelen ser introvertidos y callados fuera del campo. Prefieren hablar bajo los palos. No sé si recuerdan a René Higuita con sus salidas hasta medio campo, o al croata Varvodic, portero del Cádiz en el 92 que lanzaba el balón al aire cuando lo tenía en las manos, una especie de malabarismo que ponía en jaque a la afición del Carranza. Aunque nadie ha superado en extravagancias al mítico Petar Borota, serbio que jugó en el Chelsea de los setenta. Este personaje, ya fallecido, antes de sacar en largo golpeaba el balón en el larguero de su propia portería o despejaba a córner con la cabeza en lugar de los puños. De él cuentan que una vez se marcó un gol en propia puerta porque la gorra que llevaba puesta salió volando y entró a recogerla con el balón en las manos. En otro partido, después de atrapar una pelota, la situó en el área pequeña como si hubiese salido fuera. Se retrasó cinco metros para tomar impulsó y el delantero rival tuvo tiempo de marcar a puerta vacía. Cuentan que en un partido contra el West Ham, cuando su equipo ganaba por goleada, se fue al banquillo y se puso a leer el periódico para vencer el aburrimiento. En otro salió borracho al campo... y recibió seis goles. No es tan extraño. Ahí tenemos a Courtois con cagaleras en la Champions hace una semana. En el Levante, sin caer en estas extravagancias, también hemos tenido nuestros 'guardapalos' pintorescos cargados de personalidad. Ya en los 60, en Primera, hubo otro gran Fernández, aunque este no era vasco. «Pequeño pero felino portero que demostró unos reflejos increíbles», escribía de él Salva Regües. Como Aitor. Desde los setenta hemos visto otros grandes arqueros bajo palos como Febrer, Barrie, Martínez Puig, Mora o Munúa, pero ninguno como Keylor Navas, con sus rezos genuflexos al inicio. El actual, Aitor, también está llamado a marcar época en la portería granota. El club debería alargarle contrato cuanto antes, blindarlo y permitir que deje de ser el futbolista peor pagado de la plantilla. Sí o sí.

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