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ROSA BELMONTE
Martes, 9 de enero 2018, 09:11
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Hay muchas risas sobre el cambio de nombre de Podemos. Tampoco es que Pablo Iglesias sea el Burt de 'Enredo' cuando chasqueaba los dedos y creía ser invisible (esto es de cuando veíamos series y no creíamos estar leyendo el 'Finnegans Wake' de Joyce). La iniciativa de Podemos tiene que ver con que la marca ha pasado de activo a lastre. Y llegan las elecciones autonómicas de 2019 y las generales de 2020. El pablismo surgido de Vistalegre 2 no ha hecho mucho bien (Iglesias es el dirigente peor valorado). Pero, vaya, también hay risas cuando Pablo Iglesias enseña sus lecturas subrayadas en fosforito. El cambio de nombres es habitual. De AP al PP. De Convergència al PDeCAT. Y son lo mismo. La periodista Ana Pastor no se llama Ana Pastor sólo. Se llama Ana Rosa Pastor García. Lo leo como ¡noticia! Como si la nota la hubiera escrito Gracita Morales («Tanta Luchi, tanta Luchi y se llamaba Luciana»). Con nombre nuevo, Podemos será lo mismo.
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