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Urgente Aemet pone fecha a la vuelta de las lluvias a la Comunitat

Llorica no baja impuestos

BRUNO FERNÁNDEZ TERRASA

Lunes, 23 de septiembre 2019

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Escribe el hispanista yanqui en el epílogo de su celebrada última obra que la «influencia principal (del buenismo) con respecto a la Historia ha surgido con la doctrina del victimismo, concepto fundamental en esta ideología». Y vaya si es cierto. La progresía lo ha envuelto todo en ese celofán rosa que es el victimismo. El victimismo es un instrumento eficaz para el control de masas, porque el victimismo posee tantas propiedades lisérgicas como el cannabis. Qué cómoda la irresponsabilidad de las acciones propias; la culpa siempre la tiene «el otro», «el opresor fascista». Pero, ¡leche!, que las propias instituciones públicas valencianas sean aupadas al carro amarillo del victimismo...

No se confunda, esas instituciones públicas, o más bien los políticos que las controlan, no se lanzan al confortable regazo del victimismo paralizados por una pereza intelectual de sofá asaeteado por pelos de gato. Abrazados a él disimulan su propia incapacidad, sus nulas ganas de trabajar por la creación de riqueza -realmente el marxismo ecofeminista chupiguay nunca ha querido- y, sobre todo, afiliados a él pueden construir al 'Fenhrir', a ese monstruoso lobo del apocalipsis escandinavo que perseguía al guerrero Atreyu bajo el nombre de 'Gmork', criatura espectral de la que ellos y sólo ellos pueden protegernos. Fiera neoliberal unas veces, colono pancastellanista otras; nunca pierdan de vista la dualidad social-nacionalista de la izquierda valenciana. Entretanto, la selva amazónica, zarigüeyas incluidas, toma los alcorques de Valencia y Eliseu juega travieso al 'Monopoly edició Païssos Catalans' con billetes regalados.

Madrid anuncia la mayor bajada fiscal de su historia reciente; los aspaventeros lloriquean y denuncian 'dumping' fiscal, competencia desleal. La capital acelera en el proceso de recentralización de la economía sin oposición y a Joan, que en su mano diestra blande la espada mítica que destruye carteles en español y acentos díscolos, no se le ocurre otra cosa que freír a impuestos a los valencianos. Brillante.

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