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Llamando a la desobediencia

¿Por qué Torra llama a resistir ante la sentencia del 'procés' cuando bastaría con que él se plantara en Lledoners exigiendo las llaves del centro?

CARLOS FLORES JUBERÍAS

Miércoles, 9 de octubre 2019, 09:34

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Desde -cuando menos- los tiempos de Sófocles, la cuestión de la desobediencia a las leyes injustas y la resistencia al poder ilegítimo ha generado ríos de tinta a los que han contribuido de manera muy señalada teólogos, juristas, filósofos y estadistas, preocupados en su mayoría por su justificación, su licitud y sus límites. Pero visto lo visto, no creo que ninguna de esas reflexiones vayan a importarles un comino a quienes en vísperas de la sentencia que determinará la suerte de los líderes del 'procés' están llamando a la resistencia ante este poder tiránico que se llama España. Y es que para ellos está ya claro que -como sostiene Jordi Cuixart desde la portada misma de su último libro- «cuando la injusticia es la ley, la desobediencia civil es un derecho».

Pero sucede que para desobedecer hace falta saber antes a qué y a quién. Y eso, en un sistema político tan complejo como el español puede no resultar tan sencillo como sugieren las consignas al uso. La afirmación de que se trata de desobedecer «al Estado» es una simpleza que podría servir para llenar una pancarta, pero que resulta impracticable como guía de acción. Para empezar porque -como todo el mundo sabe- las comunidades autónomas son también Estado, hasta el extremo de que, según el art. 152 de la Constitución, sus presidentes son los máximos representantes del Estado en sus territorios. Con lo que todo llamado a desobedecer sus leyes debería contar entre sus víctimas a la misma institución desde la que se llama a la desobediencia. Y, cómo no, también a los ayuntamientos catalanes, de nuevo gobernados en su mayoría por los mismos que proponen la desobediencia.

¿Resolvería la contradicción precisar que el llamado lo es a desobedecer solo a las instituciones «del Estado central»? Tal vez, pero a un precio difícil de calcular: saltarse un stop porque la señal fue colocada por la Dirección General de Tráfico; resistirse a un decomiso de cocaína porque lo lleva a cabo el Servicio de Vigilancia Aduanera; ignorar una orden de alejamiento porque la dictó un juzgado español; renunciar a la herencia del abuelo porque testó ante un notario de La Coruña; o prescindir de los servicios consulares cuando te roban la cartera en Cancún me parece estúpido y peligroso a partes iguales.

Claro, que a lo mejor la cuestión es mucho mas sencilla de lo que yo he creído, y el llamado a resistir se proyecta única y exclusivamente sobre la sentencia que el Tribunal Supremo dictará en los próximos días. Solo que en ese caso me pregunto por qué los llamados a la resistencia son todos los catalanes, cuando bastaría con que uno solo de ellos -su President, máxima autoridad de un Gobierno que cuenta entre sus competencias con la gestión de las cárceles donde esperan sentencia los imputados- diera el paso de plantarse en la puerta de Lledoners y exigir las llaves de sus celdas. Así que ánimo, Quim: ¡el mundo te está mirando!

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